La problemática de la movilidad en Quito es un reflejo de un desafío mayor: la necesidad de una planificación urbana integral que considere no solo las infraestructuras viales, sino también el transporte público, el uso del suelo, la vivienda y la participación ciudadana. Parece repetitivo, pero no lo es.
La problemática de la movilidad en Quito se ha convertido en un desafío recurrente para sus habitantes. La ejecución de obras públicas, aunque necesarias para el desarrollo de la ciudad, ha generado un caos vehicular que afecta la calidad de vida y la productividad de los quiteños.
La falta de planificación y coordinación en la ejecución de estas obras ha sido una constante. Las intervenciones en vías principales como la 6 de Diciembre, Río Coca y la Colón, solo por poner ejemplos, han evidenciado la necesidad de una visión más integral y a largo plazo. Estas obras, sumadas a eventos imprevistos como siniestros o eventualidades como el hecho violento en El Trébol de este 19 de septiembre, han saturado las vías.
Una planificación adecuada permite identificar y mitigar los impactos negativos de las obras, como la congestión vehicular, la contaminación y la afectación a los negocios locales. Asimismo, al coordinar las diferentes obras, se pueden optimizar los recursos económicos y humanos, evitando duplicidades y retrasos, que suele ser una constante en Quito.
Las autoridades también deben modernizarse. El uso de herramientas tecnológicas y la recopilación de datos permiten identificar los problemas y encontrar soluciones más eficientes. Además, es necesario profundizar la colaboración entre las diferentes instituciones involucradas en la gestión de la movilidad para garantizar la coherencia de las acciones.
Es fundamental que los ciudadanos exijan a las autoridades una planificación eficiente y transparente de las obras públicas. La participación ciudadana es clave para influir en las decisiones que afectan la movilidad. Al optar por el transporte público, se contribuye a reducir la congestión vehicular y a mejorar la calidad del aire. Pero, también, la ciudadanía debe insistir en que los buses deben ser seguros y adecuados.