Estos tiempos son tiempos de la cueva de Aladino: tesoros en pilas infinitas, regados para que alguien los recoja; un ábrete sésamo y serían nuestros.
Cuando uno era un muchacho y leía de un Fellini o de un Truffaut, debía quedarse con las ganas de ver sus obras, aunque eso le desgarrase el alma. Sí se tenía suerte, ese mago que era Ulises Estrella organizaba una muestra y se veía algunos de los filmes; sí no, nada. Hoy hay decenas de plataformas, legales unas, otras no tanto, que permiten ver cine clásico, de culto, de autor o de cualquier latitud.
¿Música?: pocas emisoras tenían programación más allá de los círculos comerciales y los almacenes de música tenían jazz, o clásica, pero cuando se pedía algo muy específico, o desconocido, no se lo hallaba ¿Libros? Armar viaje a la biblioteca, llenar la ficha y cruzar los dedos para que estuviera disponible; eso o pagar una fortuna por un ejemplar en las librerías (sí había)
¿Información científica? Jodidos, acudir a los expertos (a ver sí te recibían) o las bibliotecas, que no estaban a la vuelta de la esquina y abrían en horarios laborables ¿información sobre X país? Las embajadas (que te daban tres folletos desactualizados).
Hoy se puede saber de todo, manualidades, artesanías, uso de software, bases para tocar un instrumento, jardinería, electricidad. Lo que se quiera. Hay en internet sitios de discusión de filosofía, solo debe escoger grupos básicos o avanzados. Sin embargo, nuestros debates son sobre el “vete pallá, bobo” o sobre la mugre en las almohadas de un cantante y un futbolista.
Estos tiempos hasta nos permiten ser buenos y generosos sin que nos cueste un centavo (el sueño de todo tacaño dadivoso), bastaría compartir en redes el emprendimiento del vecino, la obra del amigo, el recital del primo, los datos de tanto desaparecido. Solo compartimos la mugre y la vacuidad, eso sí, y profusamente.
A uno le parece estar viendo una mesa provista, gratuitamente, con los más sabrosos platos del mundo y a casi todos hurgar en los basureros colindantes ¡Ay, humanidad!