¿Qué tienen en común la violencia en Siria (con sus 60 000 muertos), las hambrunas en África y Corea del Norte, el feriado bancario, la pobreza y atraso en Latinoamérica, las crueles dictaduras de antaño, y las de hoy? Aún más ejemplos. ¿Qué tienen en común la esclavitud, las guerras de independencia (y sus muertos), las guerras mundiales, el terror luego de la revolución francesa, el genocidio en Ruanda y en los Balcanes, la creciente desigualdad entre ricos y pobres? Todos esos trágicos eventos fueron causados por los gobiernos.
Los gobiernos han causado las peores desgracias sobrevenidas por la mano del hombre. Han sido, y continúan siendo, responsables de la muerte de millones de inocentes, y de las miserables condiciones de vida de tantos otros millones. Y siempre volteamos nuestra mirada hacia ellos, esperando promesas que luego no cumplirán. Los gobiernos son el problema, no la solución.