La violación a una mujer puede ocurrirle en cualquier lugar y a cualquier hora: hace pocos días, una joven caminaba de mañana cerca de la vía Perimetral de Guayaquil y aceptó la invitación amable de unos jóvenes a subir al auto para llevarla… fue violada; no tuvo astucia para prevenir lo que le esperaba, confió en extraños; las violaciones sexuales se han convertido en el Ecuador en una epidemia, como la drogadicción, secuestros en taxis, robos de celulares, asaltos.
Las violaciones son agresiones que en algunos casos dejan en las mujeres secuelas graves y duraderas por lo brutalidad de los ejecutantes; suceden como hemos visto por exceso de confianza o descuido; además, debe tomarse en cuenta que hay dos tipos de violadores: un amigo, un vecino o un familiar; nos enseñan a desconfiar de los extraños, pero nos educan en la confianza y el respeto a los familiares, así por así y sin más ni más; a los acosadores sexuales hay que denunciarlos en las fiscalías antes de que lleguen a la consumación del delito ( compañeros de trabajo, profesores, etc.).
No está de más recordar que si las damas se fijaran un poco más en lo que ocurre a sus alrededores, habría menos violaciones; corren más riesgo de ser atacadas las que parecen timoratas e inseguras; las que hacen autoestop; las que caminan por calles oscuras, callejones y atajos; las que concurren solas a discotecas y aceptan beber con desconocidos; las que no gritan pidiendo auxilio cuando son atacadas por individuos que simulan ser sus maridos. La seguridad ciudadana empieza en uno mismo y se complementa con la seguridad otorgada al entorno; es un estilo de vida; una actitud interior.