Alianza País es reflejo del país. Es megadiverso y en busca de identidad. Es un mar de contradicciones. En su interior conviven las más diversas ideologías: liberalismo, marxismo leninismo, estalinismo, social democracia, doctrina social de la iglesia y teología de la liberación. Tiene militantes procedentes desde la ultra derecha hasta la ultra izquierda: Partido Social Cristiano, Democracia Cristiana, Izquierda Democrática, Partido Roldosista, Pachakutik, Partido Comunista, Partido Comunista Marxista Leninista, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Movimiento Revolucionario de Izquierda Cristiana, Movimiento Revolucionario de los Trabajadores, Alfaro Vive Carajo, Montoneras Patria Libre, Ruptura de los 25 y anarquistas.
Muchos de ellos son idealistas, bien intencionados, algunos dogmáticos, pero hay de los otros, los oportunistas, los mercenarios, pelucones o desarrapados, cuya ideología es el dinero, aquellos que medraron y medrarán del Gobierno de turno: pillastros, contratistas, figuretis, buscaempleo, caciques locales.
La convivencia y unidad de semejante megadiversidad es cada vez más compleja y frágil. Solo es posible bajo el amparo del poderoso líder, quien le da vida y sentido. Sin él, sin su presencia, carisma y popularidad, el enorme castillo de naipes se derrumba.
Pero más allá del líder la unidad de tantos contrarios también depende de la vigencia de la promesa de cambio y de la esperanza de gestar un país diferente, así como de los altos precios del petróleo, de la indefinición ideológica del movimiento y de la incertidumbre sobre el modelo de desarrollo a seguir.
A consecuencia del 30-S, Alianza País no puede dar una imagen de debilidad o fractura, por lo que la convención nacional preservará al máximo la unidad.
No es todavía la hora de enfrentar las contradicciones, ni de las purgas o dupuraciones que algún momento llegarán, por lo que evitará al máximo las definiciones duras, las que hablan, por ejemplo, del modelo de desarrollo, extractivista o no que seguirá el Ecuador.
La ausencia de debate será llenada con los mismos discursos incendiarios contra la “larga noche neoliberal”, “la prensa corrupta” y los “golpistas”, o la adhesión a la izquierda, al alfarismo y a buen vivir. Lo clave será la ratificación del poder y la fidelidad al gran líder.
Eso sí, los círculos más sagaces y ahora muy influyentes, aquellos formados en el estalinismo, aprovecharán para sentar las bases del partido férreamente disciplinado y centralizado al servicio de un buró o comité central nuevamente designado a dedo.
No será la convención sino el ruido de los tractores dando inicio a la explotación minera a gran escala, el que acelere las contradicciones y haga que los idealistas cada vez más arrinconados abandonen una parte del castillo de naipes.