Cuando se analiza lo ocurrido en las pasadas elecciones presidenciales en Ecuador, así como en los recientes comicios en el Perú, nos da la impresión de que los partidos políticos atraviesan por una severa crisis e incluso, que carecen de una ideología claramente definida.
En América Latina es más frecuente constatar la llegada al poder de líderes políticos que no tienen una tendencia ideológica clara, estando muchas veces muy cerca de posturas populistas y clientelares. Los casos de Castillo o Fujimori en el Perú, de Jimmy Morales en Guatemala, Juan Carlos Varela en Panamá o Nayib Bukele en El Salvador son ejemplos de ello.
En efecto, hay una tendencia que comienza a afianzarse en la región que se caracteriza por el fortalecimiento de partidos desideologizados y en los que priman iniciativas de gobierno con marcado carácter personalista.
Sin embargo, pese a que algunos analistas sostienen hasta cierto punto que el futuro de la política no pasa por el aspecto ideológico, es curioso constatar que incluso muchos de estos candidatos mantienen posturas afines o en contra en relación a clivajes de tipo ideológico.
En una publicación en la que he participado recientemente sobre partidos políticos en América Latina, se evidencia que el clivaje ideológico sigue vigente en lo que se podría llamar como estructura de la competencia.
Esto podría ser contradictorio y hasta cierto punto innecesario si tomamos en cuenta que los aspectos ideológicos podrían tener menor peso y variar radicalmente de una elección a otra por la pérdida de identidad partidaria, la relevancia de los vínculos emocionales sobre los programáticos, el aumento de la fragmentación política y la volatilidad electoral. Sin embargo, más allá del personalismo y forma muy particular de hacer política, se aprecia que las posturas electorales y decisiones de gobierno como las de Varela en Panamá o Bukele en El Salvador terminan encasillándose dentro de clivajes, con relevancia del eje ideológico izquierda-derecha. Eso se aprecia cuando se analiza su posición frente a: pro mercado/pro Estado, conservador/progresista, fortalecimiento/debilitamiento del Estado Nación y democracia/autoritarismo. Esto se hace patente a través del análisis de los planes de gobierno, programas de trabajo, propuestas de política pública, etc.
La relevancia de la dimensión izquierda-derecha encuentra especial atención en la capacidad de absorción de los conflictos específicos de competencia en los sistemas de partidos latinoamericanos. Es decir, pese a que se hable de que los candidatos y partidos se han desideologizado, el clivaje izquierda-derecha es importante dentro de la estructura la competencia política.
Las soluciones a los problemas siguen pasando en torno de la posición de los políticos frente temas. La ideología, entonces, sigue teniendo peso ya que permite a los políticos definir su posición frente a las problemas y líneas de conflicto de un país.