El año pasado el gobierno central gastó USD 24,347 millones. Y casi un tercio de ese gasto lo financió con nuevos créditos. Para ser exactos, tres de cada diez dólares gastados provinieron de nuevo endeudamiento. Y a pesar de eso, el equipo económico sigue negando que haya un inmenso problema fiscal.
El gasto arriba señalado corresponde, como se dijo, al gobierno central y proviene de la información que mes a mes aparece en la página de internet del Observatorio de Política Fiscal, la institución más confiable en lo que a cifras de gastos e ingresos del gobierno se refiere.
Y con ese gasto, el déficit fue de USD 7,118 millones, lo que significa que el gobierno tuvo que conseguir créditos adicionales por ese monto. Más exacto sería decir que el gobierno tuvo que conseguir ese monto en créditos netos adicionales, es decir, tuvo que pagar todas sus deudas, para luego endeudarse en lo ya pagado y en USD 7,118 millones adicionales.
Por eso la deuda pública subió en un monto muy cercano a ese.
Por lo tanto, y volviendo al punto inicial, si el gobierno no hubiera conseguido múltiples préstamos, el gasto hubiera sido un 30% más bajo. Hoy, el país vive al fío y esa es una situación insostenible porque nadie puede vivir eternamente de deudas y más deudas.
Pero quien mire esos datos y no se dé cuenta que el problema fiscal es enorme, es porque no quiere ver la realidad o porque definitivamente está negando la evidencia.
Y luego de haber tenido déficits todos los años desde 2009, el gobierno ha logrado algo que parecía imposible hasta hace poco: ha logrado que la deuda pública pase de unos 13.000 a más de 68.000 millones, una quintuplicación del saldo en ocho años, y esa, una deuda que tendremos que pagar varias generaciones de ecuatorianos, será la herencia más duradera de la década correísta.
Hoy, el gobierno podría dar un giro de timón y parar ese frenesí de endeudamiento, pero no lo quiere hacer. Le es más cómodo esconderse en argumentos falaces como que no podrían dejar en la calle a un empleado público, pero se olvida de toda la gente que no consigue trabajo porque el gobierno absorbe tantos recursos que al sector privado que no le queda suficiente plata para invertir más y crear más empleo.
A un equipo económico que todavía sigue convencido que el gobierno, mientras más grande, mejor y que no mira el sector privado como el verdadero creador de riqueza, es complejo convencerle que el país funcionaría mejor si tuviera un gobierno más pequeño.
Pero eso implicaría cambiar la ideología a muchos integrantes del equipo, implicaría pedirles que abran los ojos y vean que ni un país ni una familia tienen futuro si siempre viven un 30% más allá de sus posibilidades.