Las relaciones humanas a través de la historia, han sido una larga lista de conflictos individuales y colectivos, sea en las mismas familias o con otras, así como entre regiones o naciones, las rivalidades y conflictos han sido el denominador frecuente, desatándose guerras colosales, con millones de muertes y sufrimientos indescriptibles, como las últimas guerras mundiales por apetencias imperiales, odios raciales, nacionales o religiosos, y esto no cesa para desgracia de nuestra especie, así vemos en Medio y Lejano Oriente las noticias alarmantes de muerte, destrucción, refugiados, amenazas de guerra nuclear que creímos superado con la caída del muro de Berlín y la terminación de la guerra fría. Mi inolvidable progenitor, decía: hay que ponerse en el lugar del otro para comprender al prójimo, imaginando lo que este siente cuando es lesionado física o emocionalmente, aunque la inexperiencia impide practicar plenamente esa actitud, solo la madurez mental o emocional nos permite comprender. Así vemos en política por ejemplo, como afloran las más insólitas actitudes, los amigos de ayer son los enemigos de hoy, o viceversa, vulnerando los principios de confianza y fidelidad, pues a quienes fueron aliados se les puede hacer notar prudentemente sus errores, no como un adversario soterrado lleno de rencor, después de haber formado parte del equipo, pues se debe actuar con ética, ya que la historia puede ser muy severa cuando dicte su juicio inapelable.