En la frontera norte ecuatoriana, el diferencial cambiario, así como la devaluación de la moneda del vecino país, causa estragos en el comercio fronterizo. Impotentes, especialmente en los feriados, observamos a muchas personas de diferentes localidades del país que se trasladan al otro lado de la frontera. Al retorno, buscan la manera de evitar a las autoridades de control para ingresar sus adquisiciones. Igualmente, la diferencia del precio en los combustibles, como el gas y la gasolina subsidiada, ha ocasionado una avalancha de consumidores extranjeros, provocando que se restrinja la distribución de estos recursos. La gasolina extra se la puede comprar después de una angustiosa espera en las estaciones de servicio. Anotan el número de cédula, registran el número de placa del vehículo y solo se puede cargar un valor máximo de USD 10 al día. Si se desea circular seguro se debe comprar gasolina de mayor octanaje a mayor precio. En el caso del gas doméstico, de acuerdo a un censo familiar, se asigna una tarjeta magnética de control, donde se registra el cupo mensual asignado de acuerdo al número de miembros en la familia. Hay que estar pendientes al horario establecido en cada barrio o buscar un vehículo repartidor en horarios diurnos para adquirir el preciado gas. La diferencia en los precios de productos de primera necesidad está cambiando el comportamiento de la población. Sería interesante que las autoridades locales se pronuncien ante la población norteña sobre las estrategias y los esfuerzos que están realizando para evitar la avalancha del contrabando y la disminución de fuentes de trabajo. Cuáles son sus proyectos sociales que ayudarán a estabilizar y proyectar la economía local, evitar el cierre de muchas microempresas.
Édgar Gerardo Yandún C.