Después de haberse gastado grandes cantidades de dinero para rescatar a la economía global de una posible depresión, el Grupo de 20 países reunidos en Toronto, decidió cambiar el curso de sus políticas económicas prometiendo cortar por la mitad los déficits fiscales hasta el 2013 para llegar en el 2016 con las finanzas públicas estabilizadas.
Esta decisión se toma a pesar que las principales economías del mundo no logran todavía crecer a pesar de los estímulos fiscales. El temor de algunos expertos es que se repitan los errores del pasado que llevaron al mundo hacia una gran depresión que duró años en revertir.
En aquella época prevalecían las ideas de la llamada Escuela Clásica, que aconsejaba mantener presupuestos equilibrados al margen de la posición en la cual se encontraba la economía en el ciclo.
Además, prevalecía como sistema monetario mundial el patrón oro, por lo cual una baja de las tasas de interés era sinónimo de pérdida de reservas sin importar la situación de la economía interna. En la crisis actual, las políticas fiscal y monetaria han estado sincronizadas para salir de la recesión. Estímulos fiscales junto a bajas tasas de interés es lo que prescribe la teoría económica para combatir la recesión.
En la actualidad, el incremento del gasto público ha llevado a las principales economías del mundo a aumentar su endeudamiento, hasta situarlo en ciertos países a niveles demasiado altos.
Por el lado monetario, las tasas de interés han bajado tanto que en la actualidad son negativas en términos reales. De ahí la preocupación de los expertos, ya que las medidas de austeridad sugeridas significarán alzas en los impuestos y cortes en el gasto público, lo que afectará la recuperación.
Además, las herramientas para contrarrestar una nueva recesión quedarían reducidas a la mínima expresión, lo que podría conducir al mundo a un largo período de estancamiento.
Por el lado bancario, se decidió que los bancos deberán incrementar su capital de manera sustancial para que sean los accionistas los que garanticen la solvencia de los bancos y no los contribuyentes.
El Comité de Basilea trabaja en este aspecto y se espera que hasta fin de año estén listas las nuevas reglas.
Así mismo, la liquidez será revisada para que los bancos tengan las suficientes reservas para atender a los acreedores en situaciones de emergencia.
Algunos países están proponiendo un impuesto a los balances de los bancos para crear un fondo que sirva para rescatar a los bancos en problemas; de esta manera se dejaría afuera de futuros salvatajes los dineros públicos.
Las decisiones que se están tomando van en la dirección correcta; ahora queda calibrar las medidas a tomar para pasar del estímulo a la austeridad sin afectar a la incipiente recuperación.
Sin duda, una operación de alto riesgo.