Suro, el oso andino más joven del zoológico, fue protagonista de programas de conservación

Suro aportó al desarrollo de herramientas biotecnológicas que ayudan a identificar con precisión los ataques de oso andino al ganado. Foto: Cortesía

Desde finales de noviembre, las instalaciones en donde permanecía Suro, uno de los osos de anteojos que habitan en el Zoológico de Guayllabamba, están vacíos. La Fundación Zoológica del Ecuador informó el pasado 29 de noviembre que el ejemplar de aproximadamente 20 años había fallecido a inicios de semana.

Hace algunas semanas Suro cambió repentinamente su comportamiento. El animal cambió sus rutinas, dejó de salir de su cuarto en la noche a la zona exterior del recinto y “mostró un notable decaimiento”, explican en un comunicado de prensa de QuitoZoo. Seis meses atrás el equipo de Bienestar Animal le realizó al oso un chequeo integral, como parte del programa de medicina preventiva, con resultados normales.

Además de esta alteración en su conducta, en una revisión, sus cuidadores detectaron un crecimiento anormal en el abdomen del animal. Para determinar con exactitud el problema de salud que aquejaba a Suro lo sometieron a una cirugía exploratoria. Pero el ejemplar no resistió y al día siguiente del procedimiento falleció. En el comunicado detallan que “la primera aproximación de la necropsia revela la presencia de cáncer en distintos órganos de este oso”.

El equipo de Educación para la Conservación del zoológico “toma como referencia la historia de Suro para sensibilizar a la ciudadanía sobre las amenazas que ponen en peligro la conservación del oso andino en el Ecuador, lo cual se desarrolla mediante un programa educativo enfocado en especies en peligro de extinción”. Este espécimen, junto a Pablo, otro de los osos de anteojos icónicos del zoológico que falleció hace un año, aportó a la investigación para la conservación.

En concreto, Suro aportó al desarrollo de herramientas biotecnológicas que ayudan a identificar con precisión los ataques de oso andino al ganado. Se trata de un proyecto de investigación que se desarrolla en conjunto con la Universidad San Francisco de Quito y el Zoológico de San Diego.

Suro llegó al zoológico en 2002. Cuando tenía apenas dos meses fue encontrado junto al cadáver de su madre en algún punto de los páramos de Monjas, en la provincia de Cotopaxi. La osa tenía sus patas mutiladas y había sido víctima de la cacería. Antes de llegar al centro de rescate en donde viviría el resto de sus días, Suro estuvo un tiempo en una finca en donde intentaron cuidarlo, pero al ser prácticamente un recién nacido necesitaba atención especializada.

El que fue el oso de anteojos más joven del zoológico se ganó el cariño de sus cuidadores y la admiración de los visitantes. Al animal le gustaba mucho bañarse en la piscina y pasear por los pasos elevados de madera de su recinto. Desde el QuitoZoo aseguran que durante toda su vida “recibió siempre estimulación mediante enriquecimientos ambientales, para impulsar comportamientos propios de su especie y actividades para entretener su rutina”.

Hasta el año pasado convivió con Pablo que llegó en 1997 a Guayllabamba desde el zoológico que funcionaba en el Círculo Militar. Mientras que Suro era el ejemplar más joven, Pablo era el oso andino más viejo del centro de rescate. Los expertos estiman que este último alcanzó los 27 años, porque lo que era un animal de cuidado geriátrico.

Con la muerte de Suro, el zoológico pierde dos especímenes icónicos en un año. En el mensaje de despedida, a través del cual comunicaron la muerte del animal, la Fundación Zoológica del Ecuador detalla que “desde un inicio su cuidado significó un reto para el equipo; de ser un pequeño oso se convirtió en un adulto y los últimos años en un viejo oso”. Y añaden: “Nos dolió verlo abandonar su rutina en pocos días y alejarse de su reciento; tal vez estaba despidiéndose. Enorme Suro, tu espíritu nos acompañará siempre”.

El recinto donde el oso de anteojos paseaba, se bañaba, se alimentaba y tomaba sus siestas permanecerá vacío. Su cuerpo se mantiene a resguardo en la clínica del zoológico a la espera de que las autoridades ambientales indiquen cuál será su destino: si pasará a formar parte de alguna de las colecciones científicas de los museos de historia natural. En Guayllabamba el único indicio del paso de Suro que queda es una escultura en tamaño real que crearon inspirada en él.


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