La salud del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social ( IESS ) tiene complicaciones que no son nuevas. Ingresos insuficientes, falta de operatividad, ineficiencia en el gasto y falta de medicinas -en especial para enfermedades catastróficas, huérfanas y raras- son algunos síntomas de un paciente en estado crítico.
El diagnóstico, al igual que en el caso del Ministerio de Salud, ya es conocido. Pero la situación es aún más compleja en aspectos como el acceso a fármacos. Hay dispensarios del IESS, instalados en zonas remotas, que ni siquiera tienen paracetamol en sus perchas.
Los tratamientos para aliviar estas complicaciones surgen desde distintos frentes y se han repetido por años.
El colectivo Mesa de Estudios de Seguridad Social ha lanzado algunas propuesta, como la aplicación de un sistema informático que permita controlar el stock de medicinas y las derivaciones a prestadores externos. También está dar un giro hacia la medicina preventiva para bajar los gastos de la medicina curativa.
Por su parte, las organizaciones de pacientes piden compras oportunas e inversiones permanentes para medicina de alto costo. Esto es esencial para el manejo de enfermedades catastróficas, huérfanas, raras y pacientes trasplantados.
La voz de los pacientes, el mejor termómetro
La disminución de USD 100 millones en el presupuesto en 2023 agrava aún más el cuadro del IESS. El anuncio preocupa a la Alianza Nacional por la Salud (ANS), que agrupa a 33 organizaciones de pacientes con enfermedades raras, catastróficas, crónicas y trasplantados.
Ellos también reclaman por las acciones judiciales para acceder a fármacos, que se siguen acumulando sin efecto. Y aunque han pedido reuniones con las altas autoridades del Consejo Directivo para proponer soluciones, aseguran que no les han prestado atención.
Andrés Villacís es el coordinador de la Fundación Ecuatoriana de Fibrosis Quística de Quito. Cuenta que a mediados de enero del 2023 dos pacientes del Hospital Carlos Andrade Marín perdieron la vida a la espera de tratamiento, entre ellos una menor.
Este trastorno, que afecta a los pulmones y al sistema digestivo, provocado fluidos más espesos y pegajosos, demanda una terapia de alto costo. Solo una caja de 28 ampollas del antibiótico tobramicina pasa de los USD 2 000.
Esa es solo una muestra porque una persona con fibrosis quística debe ser controlada por al menos seis especialistas. “Hemos dado los listados de los medicamentos que están faltando -dice Villacís-. Nos reunimos con el Ministerio de Salud y se comprometieron a realizar convenios con las farmacéuticas para adquirirlos, pero desde el IESS no hay respuesta; nos han dejado plantados”.
Meses sin tratamiento en el IESS
Los centros del MSP suele entregar la medicina, aunque a cuentagotas. Los pacientes del Seguro Social pueden pasar meses sin recibirla.
Carlos Caicedo fue diagnosticado hace cinco años con acromegalia. Se trata de un trastorno que causa un exceso en la producción de hormona del crecimiento. El efecto más visible es el agradamiento del rostro, las manos y los pies, pero también hay otras molestias, como dolores de cabeza y malestar general que se acentúan por la falta de tratamiento. El Hospital Carlos Andrade Marín no les da medicina a estos pacientes desde hace 13 meses.
“Como parte del tratamiento nos aplicaban octreótida, inyecciones que cuestan alrededor de USD 1 900. Yo recibía dos al mes; ahora no nos dan y nos es imposible acceder a esa medicina”, dice Caicedo. Él es jubilado y miembro de la Fundación de Apoyo a Pacientes con Trastornos Hipofisarios. Otro pedido es acceder a medicamentos de calidad, que minimicen los efectos secundarios.
EL COMERCIO solicitó el lunes 16 de enero del 2023 una entrevista con el director nacional del IESS, pero hasta el viernes 20 de enero no hubo una confirmación. Según un sistema informático de la institución, hasta el pasado 19 de enero el abastecimiento de fármacos alcanzaba el 67% en todas las unidades médicas. En los dos grandes hospitales de especialidades, tanto en Quito como en Guayaquil, la cifra no pasaba del 70%.
Enfermología y no salud pública
El colectivo Mesa de Estudios de Seguridad Social agrupa a exfuncionarios del IESS y expertos en administración y salud pública. El 12 de enero del 2023 se reunieron para analizar posibles salidas a la crisis de la institución, particularmente, en la atención médica.
Mauricio Espinel, vocero del grupo, explicó que el diagnóstico lo hicieron años atrás. Ahora el Seguro Social experimenta las consecuencias de un modelo de atención que privilegia la “enfermología”, es decir, que tiene a las enfermedades como punto de partida para actuar.
Y puso el ejemplo de la detección de cáncer de cuello uterino. Bajo la actual visión es más común que se espere que una mujer llegue con síntomas graves de una patología avanzada, que tenga que pasar por cirugías y costosos tratamientos como quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia.
“Ese abordaje tiene un costo aproximado de USD 250 000. El examen para la detección temprana del virus del papiloma humano, causante del cáncer de cuello uterino, cuesta entre USD 15 y 20”. Así demuestra la falta de inversión en medicina preventiva.
Otra estrategia de prevención es el fortalecimiento de la atención primaria. Espinel asegura que el tratamiento de enfermedades crónicas, como hipertensión y diabetes, se puede manejar en este nivel de atención y no en los hospitales de especialidades, donde el costo promedio por afiliado llega a USD 150. De hecho, en el nivel primario puede costar entre USD 5 y 10.
Posibles rutas de salida a la crisis
Uno de los problemas de fondo es de tipo informático. Que el IESS no cuente con un sistema de información le impide, por ejemplo, monitorear de cerca las derivaciones a prestadores externos. Algunos de estos procesos han sido investigados por presuntos sobreprecios.
Espinel explica que al incorporar una plataforma de auditoría en tiempo real se reduciría el gasto. Por ahora las derivaciones pueden alcanzar los USD 900 millones al año.
Pero bajar aún más el gasto depende de la operatividad de la institución, otro grave problema. La Mesa de Estudios de Seguridad Social ha identificado laboratorios clínicos dentro de las unidades del IESS que se usan apenas en el 32% de su capacidad de equipamiento.
También hay falencias en la red de dispensarios del Seguro Social Campesino. Son más de 500 en todo el país. Según un registro de la Mesa de Estudios de Seguridad Social, algunos están subutilizados. Varios se ubican cerca de grandes ciudades y apenas registran ocho o 10 pacientes a la semana porque no pueden recibir a afiliados en general.