Cuando tengo dudas enseñando alguna receta en clase, la consulto con mi papá”. Carolina Guadalupe /Hija de Jorge Guadalupe
Ejemplo, dedicación, amor y perseverancia es lo que tienen en común tres historias contadas por padres e hijos que comparten su gusto y pasión por la gastronomía.
Una de estas historias es la de la chef y docente Carolina Guadalupe, quien a pesar de que su padre es arquitecto de profesión, siempre supo que lo suyo es la cocina.
Jorge Guadalupe, propietario de Deligourmet Del Tío, fue empleado público pero optó por independizarse con su propio restaurante. Por ello, Carolina comenta que toda su vida creció entre artículos de cocina, ingredientes y recetas, dice que siempre estuvo inmersa y vinculada a la cocina.
La mayor enseñanza que Carolina conserva de Jorge es el autoaprendizaje, ya que ambos aprenden y se nutren de conocimientos por su cuenta.
En la cafetería, su padre maneja mucho la cocina de dulce, mientras que ella optó por especializarse en comida de sal; sin embargo, al igual que su padre, cuando necesita hacer algo, investiga y hace pruebas hasta solucionar su necesidad o desarrollar nuevas opciones.
Él, por su parte, aprende de su hija la pasión y la perseverancia e introduce en sus preparaciones la asesoría profesional que Carolina le brinda: técnicas, manipulación, conservación de alimentos, etc.
La receta de empanadas de viento con morocho es lo que Carolina atesora de su padre, además, del recuerdo de su infancia inmersa en una cocina.
No solo se pueden compartir recetas de cocina, sino también el amor por enseñar estas preparaciones a otros. Esta es la historia de Andrés y Jorge Gallegos, docentes de la Universidad de las Américas.
Andrés dice que estudiar Gastronomía fue, en gran parte, influencia de su padre, ya que desde que tiene uso de razón lo veía con su uniforme de chef y por ello decidió inmiscuirse en lo que más pudo.
Somos el complemento perfecto. Me llevo el profesionalismo que le pone a todo”. Andrés Gallegos /Hijo de Jorge Gallegos
Él decidió especializarse en la cocina de sal, debido a que aún conserva una fotografía de cuando tenía 3 años puesto un sombrero de chef haciendo una parrillada. No es tan bueno para la gastronomía dulce como Jorge, que ha ganado reconocimientos internacionales.
En la universidad, Andrés es el jefe de su padre, sin embargo, le pide consejos e intercambian conocimientos, ya que él lleva 25 años como docente. Además, han realizado juntos obra social con niños, ancianos y han participado en eventos nacionales.
A más de la docencia, lo que les une es su restaurante The Burguer House, en La Armenia, donde las hamburguesas que preparan se han convertido en algo emblemático para ambos, ya que representan la unión de sus fortalezas y pasiones: la panadería de Jorge y la comida de sal de Andrés.
Lo dulce de la pastelería y panadería y los recuerdos de una infancia entre harina, trigo, moldes y crema forman parte de la tercera historia.
Andrés Montenegro es estudiante de octavo semestre de Gastronomía. Él creció en una casa donde prácticamente “se hacían los pasteles en la sala”. Esta influencia no solo viene de su padre Marco Montenegro, propietario de Pan de Vida, sino de los padres de su padre, quienes también tenían restaurantes.
Andrés decidió mantener el legado familiar por gusto. Su padre dice que desde pequeño quiso que aprenda sobre la responsabilidad de un negocio, y qué mejor si es uno familiar.
Con mis conocimientos quiero expandir el negocio familiar”.
Andrés Montenegro /Hijo de Marco Montenegro
Ambos conservan recetas familiares que traen recuerdos como, por ejemplo, el pan de maíz, una receta propia de su panadería. Entre risas, Marco comenta que Andrés aún se encuentra perfeccionando un poco más la preparación de este producto.
El pan de centeno, que tiene panela y harinas integrales, también aprieta el lazo que les une, en el momento de practicar lo que los dos aman.
Marco dice que a pesar de la corta edad de su hijo, admira el empeño que le pone a cada cosa que hace, ya sea en el negocio o en la universidad.