Solo las personas que han recibido las dos dosis de la vacuna contra el covid-19 deberían asistir a los gimnasios. Esa es la sugerencia del epidemiólogo Esteban Bonilla para reducir el riesgo de contagio con la variante Delta, una de las más transmisibles según la Organización Mundial de la Salud.
Actualmente, los centros de acondicionamiento funcionan con el 50% de su aforo. Asisten personas de todas las edades, muchas de ellas sin su primera dosis, pero se les exige el uso de mascarilla y la desinfección de manos, apunta Enrique La Motta, gerente General de The Wellness Group.
Esas medidas de bioseguridad se implementaron tras la reapertura de los gimnasios, en septiembre del año pasado, y se las ha reforzado en las últimas semanas. También mantienen el control de la temperatura. A ninguna persona con síntomas se le permite el acceso a las instalaciones.
Las mismas medidas cumplen los monitores. Sobre la posibilidad de solicitar un certificado de vacunación a los socios, La Motta dice que están pendientes de las resoluciones que emita el Municipio, pero al momento promueven la vacunación entre las personas del área administrativa y los entrenadores.
Esas medidas de bioseguridad, apunta Bonilla, son vitales para evitar un incremento de contagios y, por ende, el cierre de los gimnasios. También es esencial que esos espacios cuenten con la suficiente ventilación natural.
Por su parte, los dueños y administradores de los centros de acondicionamiento insisten en la desinfección del equipo luego de cada uso.
Los socios también están obligados a ingresar con dos toallas: una para secarse el sudor y la otra, para colocarla sobre los bancos o las diferentes máquinas de fuerza.
Para reducir el riesgo de contagio, también se insiste en el tiempo de permanencia dentro de los gimnasios: hasta 90 minutos. Así -menciona La Motta- se puede cumplir con el aforo permitido y con la desinfección de las instalaciones.
Después del entrenamiento, el epidemiólogo promueve el lavado de manos. Esa misma recomendación aplica para las personas que se entrenan al aire libre, en los diferentes parques de la ciudad.
Para que la actividad sea mucho más segura se insiste en el uso de la mascarilla o bandanas y en el distanciamiento social. Solo las personas de un mismo círculo familiar deberían activarse en grupo.
A los amantes de la bicicleta, la deportóloga Pamela López les sugiere mantener una distancia de hasta 10 metros para esquivar gotas de sudor o incluso de saliva. Los corredores, en cambio, pueden estar a 5 metros de distancia.
Para disfrutar del entrenamiento al aire libre, el corredor y entrenador Franklin Tenorio recomienda seleccionar espacios poco visitados o madrugar para también evitar las aglomeraciones. Tras la práctica, es necesario desinfectar el calzado y, de ser posible, cambiar de mascarilla.