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Esmeraldas: familias de Olmedo cuidan el manglar

La gente de Olmedo se  turna para vigilar su reserva y evitar daños ambientales.

La gente de Olmedo se turna para vigilar su reserva y evitar daños ambientales.

La gente de Olmedo se turna para vigilar su reserva y evitar daños ambientales. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Una familia navega por el estero del recinto Olmedo abordo de una embarcación artesanal. Dos de los tripulantes empujan el navío con palancas de madera, debido a la baja marea que mantiene seco el canal de acceso al atracadero natural de la zona.

Rosa Angulo y Pablo Quiñónez regresan de faenar de un banco de pesca frente a esa comunidad, ubicada en la zona de amortiguamiento de la Reserva Marino-Costera Mataje-Cayapas (Remacam).

Olmedo es una población de pescadores que está situada en la parroquia La Tola, cantón Eloy Alfaro, norte de la provincia de Esmeraldas, desde donde se divisan los manglares más altos del mundo.

Esa comunidad -dedicada a la captura de corvinas, pargo rojo, picudas, robalos y langostinos- está a menos de dos metros sobre el nivel del mar. Por eso, cuando aumenta la marea, toda la población se inunda.

Una de las ventajas es que, por ser terreno arenoso, no se genera lodo las calles cuando baja el agua. Los habitantes, en su mayoría, caminan descalzo por las calles o usan botas cuando van de faena.
Su principal fuente ingresos es la actividad pesquera artesanal, que se realiza con redes electrónicas y anzuelos. Ahí los mismos habitantes acopian la producción pesquera en recipientes con hielo para luego venderla en Esmeraldas.

La pesca se hace en embarcaciones de motor y a vela, como en los viejos tiempos. “Muchos pescan en la bocana de La Tola pese a ser peligroso”, señala Efrén Quiñónez, un afrocolombiano que llegó a Olmedo desde hace 60 años.

Quiñónez llegó desde Tumaco-Colombia por los años 60 para pescar por 15 días en las costas del cantón Eloy Alfaro, pero atraído por la cantidad de conchas y peces se quedó a vivir.

Aunque dejó de pescar por su edad, se dedica a ahumar y secar pescado bagre en la azotea de su casa, que está cerca a la bocana del estero Olmedo, desde donde se observa la franja de mangle.

En Olmedo las mujeres se dedican más a la extracción de almejas en la playa, muy pocas a la extracción de concha en el manglar, porque la producción de ese molusco ha bajado a causa de la sobreexplotación del marisco.

Digna Cortez, una afro de 57 años, se dedica con su familia a sacar almejas excavando en la arena de la playa. La azotea de su vivienda limita con el manglar, y solo a 100 metros está el borde marino, cubierto de palma de cocos y mangle.

Con la ayuda de su esposo, Cortez construye fogones en la playa, que atiza con leña. Sobre una olla grande, tras lavar el producto, precocinan las almeja que extraen durante la extensa jornada de trabajo.

Posterior a eso, colocan la preparación en un canasto hecho con bejuco, el cual sirve como cernidero. Luego, en su domicilio, vuelven a lavar la almeja para ponerlas en fundas de dos libras y vender a USD 2.

Según un registro de la misma comunidad, 10 familias se dedican de forma permanente a esa actividad. “El trabajo es costoso porque tenemos que estar todo el día bajo el sol”, señala Cortez.

Lola Bagüi también se dedica a esa actividad y saca hasta 50 libras de almejas para venderlas en los mercados de Limones o Esmeraldas. Lo hace bajo pedido para evitar que se desperdicie el producto.

Uno de los atractivos de esta población costera, que está protegida del mar por un cordón de manglares de más de 30 metros, son los senderos naturales. Además, está cerca de poblaciones como Molina, Molinita y Majagual.

Por eso, con ayuda internacional, se construyó hace más de un decenio un hotel, en todo el corazón del pueblo, que cuenta con 12 habitaciones. Además, aquí se instaló un centro cultural para impartir las tradiciones del pueblo afroesmeraldeño que vive en este lado de la reserva.

A través de una organización afro que agrupa a 28 personas, las mujeres reciben capacitación para impulsar el turismo dentro de la comunidad, hacia Majagual y también en La Tolita Pampa de Oro.

Majagual está a 10 minutos de Olmedo en vehículo y a una hora caminando por la playa, mientras que La Tolita Pampa de Oro, a 20 minutos en lancha, donde existe un museo arqueológico.

El pedido de Olmedo, que tiene 400 hectárea de manglar bajo conservación, es que ellos administren el centro de interpretación y los senderos de Majagual, que está en manos del Ministerio del Ambiente, explica Yali Quintero, una de las socias de la organización en proceso de creación.

Por ahora, están concentrados en concienciar a los habitantes para que haya mejor cuidado del manglar y se reforesten las áreas donde haga falta.