Tanto los nominados a mejor actor principal y secundario como a actriz principal y secundaria fueron actores caucásicos. Foto: AFP
Mientras en Iberoamérica los análisis de las recientes nominaciones a los Premios Oscar se centraron, sobre todo, en el buen momento del cine argentino –gracias a la candidatura de la cinta Relatos salvajes–, la industria estadounidense puso el grito en el cielo de las redes sociales bajo el hashtag #OscarsSoWhite (‘Oscar muy blancos’), para protestar por la ausencia de actores y actrices no caucásicos entre sus categorías.
En respuesta a la polémica, que comenzó en cuanto se proclamaron las candidaturas, Cheryl Boone Isaacs –primera mujer negra en ocupar la presidencia de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas–, respondió, mediante entrevista a la prensa, que la organización está “comprometida a fomentar la diversidad de voz y opinión”. Y destacó que se ha llevado a cabo un trabajo de dos años buscando hacer de la Academia una organización más diversa e inclusiva.
La protesta a la que respondió se hizo visible más que todo ante la sensación de injusticia que dejó, entre numerosos críticos de renombre en la industria, la ausencia del protagonista de la película ‘Selma’, David Oyelowo, y su directora, Ava DuVernay, que quedaran por fuera de las categorías de mejor actor principal y mejor dirección.
La inconformidad se basó en el contraste de los resultados obtenidos por la misma cinta, basada en la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King Jr., en otras premiaciones, como los Globos de Oro. Si bien ‘Selma’ tiene dos candidaturas, a los cinéfilos no les parecieron suficientes. “Haberla nominado únicamente al Oscar por mejor película y mejor canción original es una vergüenza”, afirmó Tom O’Neil, fundador de la web Goldderby.com, de gran peso en la industria en EE. UU.
Y es que desde 1998, según han destacado medios, comentaristas y tuiteros, no había habido unos Oscar “tan blancos”. Por lo mismo, muchos no dudaron en tratar a la Academia de racista y, además, de sexista, porque en las candidaturas a mejor guion o dirección no entró ninguna mujer, y porque la mayoría de películas nominadas versan sobre hombres, con un reparto de mayoría masculina.
Para los críticos no vale que el año pasado el Oscar a la mejor película hubiera sido para la cinta 12 años de esclavitud, que le valió un Oscar al director inglés negro Steve McQueen y a la actriz Lupita Nyong’o, también negra, como mejor actriz secundaria.
La lectura de los detractores apunta a que la organización pensó que con la visibilidad dada a las minorías el año pasado era suficiente.
De paso, se recordaron las cifras sobre la composición de los votantes de la Academia, que reveló en el 2012 el diario Los Ángeles Times: 90% blanca y 70 % masculina. Además, se afirmaba entonces que el promedio de edad de los votantes era de 62 años.
Con esto explican lo poco que se sienten reflejados los cinéfilos de nuevas generaciones y de minorías. Y quizás fue la razón que llevó el fin de semana a que la presidenta de la Academia, además de resaltar que ‘Selma’ –calificada como película del año por la afamada web Rotten Tomatoes– tiene opción de ganar en mejor película, explicara públicamente que lleva dos años trabajando en ser más incluyente la institución que dirige.