¡Benito, Benito, Benito! resonaba en las inmediaciones del estadio Olímpico Atahualpa, norte de Quito. Un estribillo que sería coreado durante la tarde y noche del 16 de diciembre por decenas, cientos, miles de fanáticos de Bad Bunny.
A las 17:30 ‘El Coloso del Batán’ ya se encontraba cercado con vallas varios metros a la redonda. El usual tráfico vehicular de Quito se intensificó aún más durante las horas previas al concierto.
“Lleve los ponchos, lleve los ponchos, solo a un dólar”, gritaban las comerciantes, advirtiendo que en la noche habría presencia de lluvia.
Docenas de agentes antimotines, policías que montaban en caballos, personal del Municipio de Quito, revendedores de boletos, puestos de comida y largos riachuelos de gente que se formaban en los ingresos al estadio adornaban el evento más esperado por los fans del ‘conejo malo’.
Entradas revendidas
“Compro, compro entradas“, era una de las frases que más se escuchaba en las afueras del estadio sobre la avenida 6 de Diciembre y Naciones Unidas.
EL COMERCIO conversó con Mariana Quiroga, revendedora acreditada, quien afirmó que los precios de las entradas revendidas eran “exagerados” y culpaban a los revendedores con uniforme.
Había entradas que se revendían a más de USD 500. Pases para la localidad de general, por ejemplo, que tenían un precio de USD 30, era ofertada en USD 180, un monto excesivamente “alto”, según Quiroga.
Pasadas las 18:19 ya no había entradas y los revendedores buscaban la manera de conseguir boletos a un precio accesible para obtener una ganancia.
De acuerdo con ella, existieron varios casos de estafa con los tickets, debido a que las entradas que se registraban falsas no se destruían, dejaban que circulen aun sabiendo que no servían. “Se quedaban con la entrada falsa y con la plata, ¿por qué no las destruían?, luego culpan a la reventa, ¿para qué me pongo este uniforme’”, comentaba con indignación.
Bad Bunny en una playita
Pese a las largas filas los seguidores de Bad Bunny ingresaron con rapidez al estadio. A las 20:55 apenas unos pocos fans corrían a los accesos para ver a su ídolo.
El ‘conejo malo’ se hizo esperar por 15 minutos para finalmente a las 21:15 salir al escenario: una playita con palmeras y una silla caribeña. Eso sí, el clima no era cálido, por el contrario, el frío mordía la carne.
Y eso lo sabía Bad Bunny quien saltó a la playita con doble casaca y su cabeza protegida con capucha. Moscow Mole fue el primer tema que sacó de su amplio repertorio y el frío se fue atenuando al son del baile y las canciones.
El sonido de los altoparlantes rasgaba el aire y se mezclaba con los gritos eufóricos de los jóvenes, parejas y demás asitentes. El bullicio infernal de 30 000 fanáticos indicaba que el recital había empezado.
Las sillas que estaban ubicadas al frente del escenario no fueron ocupadas para sentarse. Los fanáticos las aglomeraron lo más cerca posible de la tarima y la fiesta empezó, se bailó y terminó de pie sobre una silla.
Afuera también se vivió otro concierto: otros miles de fanáticos sin boleto hicieron el conocido ‘veredazo’ que tuvo ingresos a la fuerza al estadio, peleas callejeras, pero también mucha música de Benito.
El verso más esperado por Ecuador
“Ella no era así, ella no era así, no sé quién la dañó” fue el verso más esperado por los asistentes al concierto de Benito.
Entre risas, el artista puertorriqueño reaccionó a la respuesta del público ecuatoriano cuando dijeron: “El huevo“, que no se gritó una, ni dos, fueron hasta cuatro veces que esas dos palabras retumbaron en el estadio. Los propios bailarines de Bad Bunny quedaron atónicos ante esta curiosa respuesta.
“Con sazón, batería y reggaetón” los asistentes aguantaron la lluvia que cayó sobre el estadio cerca de las 22:15, tal como lo predijo el Inamhi y las vendedoras de ponchos impermeables.
El agua no apagó el fuego de la emoción que desataban los fanáticos. Algunos precavidos se pusieron su poncho comprado a USD 1 antes de ingresar; otros llevaron chaquetas impermeables y el resto disfrutó de las melodías de Bunny mientras se mojaban.
Miles de luces de colores colgaban de las muñecas de los fans que hicieron del estadio una fiesta multicolor. Con cada canción las manillas se pintaban de un color diferente y estas estaban coordinadas para ir al ritmo de la música.
La palmera que hizo volar a Bad Bunny
Una de las canciones favoritas entre los fans era Un Coco, según contaron a EL COMERCIO varios asistentes.
Bad Bunny los sorprendió cantando Un Coco montado en una palmera flotante. Nada es imposible para Benito y eso lo demostró cuando una plataforma en forma de palmera lo elevó por los aires.
El artista puertorriqueño dio nada más y nada menos que una vuelta completa por el cielo del Olímpico Atahualpa. Benito visitó desde la palmera voladora todas las localidades mientras saludaba y cantaba a sus seguidores.
El final
El show de Benito terminó con baile. Quienes estaban parados en las sillas se bajaron al césped para bailar y zapatear mientras al unísono sonaba un grupo instrumental y el cielo capitalino se teñía de luces y fuegos pirotécnicos.
“Quedé afónico, afónico y mojado, pero valió la pena”, comentaban después de tres horas de espectáculo.
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