Científicos investigan los comportamientos y las características de la lagartija cubana anolis sagrei en Ecuador.
Este reptil fue visto por primera vez en el país de manera casual en 2017. Pero es a partir de 2018, cuando se descubrió que la especie tiene una amplia capacidad para propagarse.
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Encontrar lagartijas no es nada fácil, ya que son animales que se esconden mucho. Sin embargo, a la familia de lagartijas cubanas, que habitan en su mayoría en el centro de Guayaquil, parece encantarle la atención de las transeúntes.
“El anolis sagrei cubano es muy carismático, y muchas personas han sentido afinidad y atracción por las pequeñas criaturas que mueven sus papadas”, comentaron los investigadores.
Su cercanía con la gente ha permitido que la investigación se expanda a través de evidencias fotográficas ciudadanas. Gracias a estas pruebas, los científicos han comprendido de mejor forma su conducta, su dieta y su ecología.
Además de Guayas, esta especie de reptil ha sido captada en Esmeraldas, Manabí y Orellana.
Características de las lagartijas cubanas
Los científicos han descubierto que las lagartijas cubanas tienen una gran capacidad para adaptarse y ocupar diferentes espacios, incluyendo zonas urbanas como parques, jardines y áreas naturales a lo largo de las riberas de los ríos.
Se sabe que se alimentan de familias de insectos considerados como plagas agrícolas, lo cual podría ser beneficioso para los humanos.
Estos reptiles tienen su cuerpo cubierto de pequeñas escamas quilladas y alcanzan un tamaño máximo de 21 centímetros.
Se distinguen por su gran pliegue gular naranja en machos; así como su cabeza estrecha y su cola larga en ambos sexos.
Investigadores tienen dudas sobre su propagación
Pese al importante modelo que representa la anolis sagrei para estudiar su impacto en la biología nacional, los investigadores mantienen la preocupación de cómo se puede gestionar esta especie.
Los investigadores consideran la posibilidad de “que sea necesario establecer medidas de contención o erradicación para evitar problemas experimentados en otras regiones”.
Esta preocupación se basa en que los científicos no conocen en profundidad al animal y con ello las consecuencias ecológicas que pueden estar asociadas a su propagación invasiva.