La falta de un sistema nacional de salud real y efectivo es una de las situaciones más críticas en la vida nacional. La presencia de hospitales y dispensarios de diversas instituciones, mal equipados, carentes de medicinas, que incumplen funciones mínimas, es la demostración del absurdo manejo de la salud. Que distinto sería que se organice la atención descentralizada en centros pequeños que evacúen en los domicilios, en los barrios, en los centros de trabajo, enfermedades simples y que las difieran a centros de complejidad ascendente, conforme las afecciones vayan adquiriendo mayor severidad, hasta que los casos graves lleguen a hospitales de alta especialidad. Los médicos, odontólogos y enfermeras, encargados de atender en los hogares y en las comunidades, educarían a la gente en medidas sanitarias y el Estado debería proveer de agua potable, de alcantarillados y de depósitos de deshechos, hasta obtener un ambiente saludable. El resultado de esta anhelada estructura evitaría la alta concentración de pacientes en los hospitales regionales y, al solucionar un 60% de las enfermedades comunes en los pequeños dispensarios, generaría un importante ahorro presupuestario. Esa es la importancia de la atención primaria en salud, que debería complementarse con un intercambio de costos y pagos entre las instituciones, por haber brindado servicios a todos los pacientes, indistintamente dependientes del Ministerio de Salud, del IESS, de los seguros militares y policiales y también privados.
Muchas instituciones miran con recelo al sistema propuesto, no les falta razón, pues existe un enorme factor de riesgo, que debería terminar, para concretar el funcionamiento del sistema nacional de salud: es la falta de pago de una institución a otra, situación que crearía la sensación de total imposibilidad de estructurarlo. Felizmente, el médico y político guayaquileño, Dr. Juan Tanca Marengo fundó, en su ciudad, el 7 de diciembre 1957, La Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (SOLCA), una institución de derecho privado con finalidad social y para demostrar que, cuando hay mística de servicio incondicional al enfermo, se pueden romper los muros de la celosa competencia, también, en esta capital, el 23 de julio de 1954 se efectuó la sesión de instalación de SOLCA núcleo Quito, en ceremonia realizada en el Salón de la Ciudad, con la asignación de responsabilidad al centro norte del país que comprendía las provincias de Esmeraldas, Carchi, Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Bolívar, Napo, Pastaza y Sucumbíos.
El 18 de septiembre de 1958 se inauguró el Instituto del Cáncer de Quito, bajo la dirección del doctor Julio Enrique Paredes, que funcionó en el local de la antigua morgue de la Facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador, junto al Hospital San Juan de Dios. El 4 de diciembre de 1963 SOLCA núcleo de Quito amplió sus actividades en un pabellón cedido en el Hospital San Juan de Dios, para continuarlas luego en el Hospital Eugenio Espejo. En 1979, tras la renuncia del doctor Julio Enrique Paredes, asumió la presidencia el general Solón Espinosa Ayala e inició la búsqueda de un local propio; lo consiguió en un edificio ubicado en la Avenida de los Shyris y Tomás de Berlanga, se lo adecuó para áreas administrativas, hospitalización, quimio y radioterapia, laboratorio clínico, histopatología, citología, colcoscopía. Las necesidades de los pacientes aumentaban y por ello en 1996 se inició la construcción del Hospital “General Solón Espinosa”, que culminó en el año 2000. Constituye un centro hospitalario de excelencia con enorme prestigio y reconocimientos nacionales e internacionales. Cuenta con equipos de vanguardia, quirófanos modernos, habitaciones amplias bien dotadas, resonancia, tomógrafos, equipos de radioterapia, 4 aceleradores lineales nuevos y ha iniciado el servicio de PET-CT con el equipo de precisión más moderno del país. Su personal está altamente capacitado, los médicos, tecnólogos, enfermeras y más personal de salud reciben formación continua y están permanentemente actualizados.
SOLCA QUITO ha sido pionera en la investigación oncológica, muestra de ello es la elaboración, mediante estudios minuciosos y complejos, del Registro Nacional de Tumores, que constituye un invalorable aporte para el conocimiento y el combate a esta enfermedad. Se ha conformado la nueva unidad de investigación, para lograr los tratamientos más efectivos e innovadores.
El servicio humanitario que SOLCA presta a las personas de todos los estratos sociales y económicos, provenientes de todas las instituciones que hacen salud, demuestra que con patriotismo, humanismo y responsabilidad, la colaboración entre instituciones es posible y que, con este gran ejemplo, puede instaurarse el sistema nacional de salud.
No se pueden celebrar los 70 años de historia, sin reconocer la gran labor de 40 años entregados a SOLCA por el general Solón Espinosa Ayala, junto a sus Consejos Directivos y el entusiasmo y la capacidad con que han recibido la posta el actual presidente Dr. Jorge Cevallos Jácome y los directivos que le acompañan en tan benéfica gestión.