Ecuador no puede repetir la experiencia traumática de los apagones eléctricos de 2024. El país llegó a registrar cortes de hasta 14 horas diarias, afectando la vida cotidiana de 18 millones de ecuatorianos y golpeando duramente a la producción y a los servicios. Con un nuevo estiaje a la vista —entre octubre de 2025 y marzo de 2026—, es imperativo que el Gobierno esté listo para enfrentar una posible crisis energética.
El 7 de mayo de este año, Ecuador alcanzó un récord histórico de demanda eléctrica: 5 110 megavatios (MW), un 5% más que en el mismo mes de 2024. Según proyecciones, la demanda podría superar los 5 300 MW hacia fin de año. En paralelo, el estiaje podría reducir la oferta energética en más de 2 300 MW si las condiciones climáticas son tan severas como las del año anterior. Esta brecha entre demanda y oferta no puede ser ignorada.
Ecuador necesita estar preparado para el nuevo estiaje, que posiblemente afectara a la producción de electricidad. El Gobierno tiene en sus manos la responsabilidad de activar el plan y minimizar el impacto en los ciudadanos.
Las medidas adoptadas por el Gobierno —como el arrendamiento de barcazas eléctricas y la construcción de tres plantas térmicas— son señales de que se reconocen los riesgos. Sin embargo, los retrasos en estas obras generan preocupación. La dependencia de la hidroelectricidad, que representa el 90% de la matriz energética nacional, hace que eventos naturales como la sequía sean cada vez más determinantes.
El país requiere certezas, no improvisaciones. Si bien los factores climáticos no pueden controlarse, sí es posible planificar, prever escenarios críticos y diseñar respuestas adecuadas. Los apagones del año pasado no deben repetirse. Hoy más que nunca, Ecuador necesita una gestión energética técnica, seria y proactiva.
Es fundamental que el Ejecutivo informe con claridad y periodicidad sobre el estado actual de la infraestructura eléctrica y la ejecución de las obras prometidas. También es necesario que se compartan escenarios de contingencia para que ciudadanos, industrias y comercios puedan prepararse.
La transparencia no es opcional. Si el estiaje se intensifica y el sistema no está listo, las consecuencias volverán a sentirse en los hogares, en la economía y en la confianza ciudadana. La preparación ante un riesgo anticipado no solo es responsabilidad del Gobierno, sino también una exigencia de la sociedad ecuatoriana. El tiempo para actuar es ahora.