¿Cuál es la polÃtica de ahora? Se diluye la polÃtica de enemigos fijos y de amigos incondicionales. Los enemigos de la campaña, correÃstas y nebotistas, son ahora amigos del gobierno. Los amigos, han sido relegados. Hay que cuidarse de los enemigos, no de los amigos.
Estas amistades polÃticas lÃquidas le han permitido al presidente Noboa alejarse de los amigos, incluso la vicepresidenta, y acercarse a los enemigos, incluso los correÃstas. Pudo hacer mayorÃa en la Asamblea con los amigos, pero hizo mayorÃa con los enemigos.
El origen de este cambio en la polÃtica fue casi una casualidad. El desate de la violencia obligó a pedir, una vez más, a los militares que salgan a las calles, que hagan el papel de policÃas. El cambio polÃtico se le debe a quien tuvo la idea, probablemente los militares, de declarar la guerra. La magia de la guerra es que define un enemigo común y borra las diferencias entre los aliados.
Si se cumplen o no se cumplen los acuerdos viene a ser secundario porque no pueden declararse la guerra entre los aliados. Al cerrar la puerta en las narices del correÃsmo cuando creÃa que entraba en el pasillo que conduce a la impunidad, el gobierno estableció un lÃmite, pero no eliminó la posibilidad de pagar el precio pactado. En el juicio polÃtico le hizo un abono al correÃsmo en su camino hacia el control de la justicia.
El resultado de esta polÃtica volátil de enemigos y amigos intercambiables está a la vista: Ãndices inéditos de popularidad de las Fuerzas Armadas, del Presidente y hasta de la Asamblea; reducción de los Ãndices de violencia, incremento de impuestos sin consecuencias y los polÃticos han enfundado las afiladas espadas de la lengua.
No sabemos todavÃa cómo esta polÃtica cambiará la campaña electoral, pero la cambiará. El gobierno gobernará para la reelección, los candidatos acudirán al mercado de estrategias y de alianzas, se mantendrá viva la guerra y, cuando griten ¡a la bayoneta!, los partidos escucharán a la camioneta.