El enmorillado de piedra y hueso del patio principal es uno de los atractivos más destacados de esta casona, ubicada frente a la iglesia del Cenáculo, en el Centro Histórico de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
El enmorillado de piedra y hueso del patio principal es uno de los elementos construidos con técnicas ancestrales, que existen en la Casa de Los Murales, ubicada en el Centro Histórico de la capital azuaya.
Este inmueble patrimonial, que cumplió un siglo, fue restaurado por la Municipalidad de Cuenca, con una inversión de USD 1,3 millones. Esos recursos se destinaron a la restauración y a una nueva edificación.
Este bien forma parte de un proyecto de recuperación que impulsa este Gobierno seccional con 18 inmuebles patrimoniales de esta ciudad hasta finales del próximo año, señala el director de Áreas Históricas del Municipio de Cuenca, Pablo Barzallo.
Desde su construcción, el enmorillado de la Casa de Los Murales cuenta con piedra de río y 1 300 huesos metacarpianos y metatarsianos de ganado bovino. En la recuperación se reemplazaron 1 000 huesos, debido a que estaban en malas condiciones.
Los restauradores encargaron la compra de 500 patas de res, que luego fueron cocinadas, peladas, cortadas y envejecidas para ser secadas e instaladas siguiendo el patrón de diseño original. De cada pata se obtuvieron dos huesos.
La Casa de los Murales es de propiedad de la Municipalidad. El inmueble está inventariado como patrimonial. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Según Barzallo, la fachada es de ladrillo y las paredes internas son de adobe, ladrillo y bahareque, en ciertos lugares. Todos los espacios fueron recuperados.
Las vigas de la cubierta, que tienen un área de 400 metros cuadrados, también estaban en malas condiciones. En el tumbado, por ejemplo, se aplicó la técnica del enchacleado durante la recuperación. Es decir, las vigas del entrepiso fueron amarradas con carrizos guías, conformados por tres carrizos gruesos y amarrados entre sí. Estos fueron sujetados con alambre y recubiertos con barro.
El Municipio denominó a la casona como de Los Murales, debido a la gran cantidad de pintura que se encontró en las paredes y en el cielo raso de los dos salones principales, señala Barzallo. La primera habitación tiene un tamaño de 130 metros cuadrados, mientras que la segunda mide 154.
Él explica que las paredes de toda la vivienda estaban pintadas de blanco. En el proyecto se planificó hacer calas, para encontrar la pintura original. Además, se efectuaron prospecciones y se recurrió a fotografías antiguas. Con ello, se descubrieron los murales.
En la vivienda se recuperaron 12 murales. La baldosa es nueva, pero fue inspirada en la pintura original. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
“Con las fotos antiguas se hicieron trabajos adicionales en varias partes de la edición, donde se suponía que había murales”, señala Barzallo. 12 murales fueron recuperadas en la intervención y están ubicados en las paredes de las plantas baja y alta, en el vestíbulo, entre otros espacios.
La baldosa también estaba en malas condiciones, por lo que fue reemplazada en su totalidad. Para ello, se recurrió a la colaboración de la empresa Hormipisos, que elaboró una baldosa de tipo artesanal e inspirada en la pintura mural existente en las paredes. La idea fue no alterar el entorno.
La intervención, conservación, restauración y nueva construcción se ejecutaron bajo administración directa, cuenta Barzallo. La obra estuvo gerenciada por el ingeniero Jorge Maldonado y realizada por un equipo de restauradores.