Es increíble pensar que a tan solo dos horas de las famosas playas de Malibú y a tres horas de la modernidad de Hollywood y Los Ángeles existe una aldea como las de los cuentos de hadas, con molinos, panaderías, casitas de colores con entramados de madera, tranvías halados por caballos, flores de todo tipo, viñedos y luces como si siempre fuera Navidad…
Solvang se fundó en 1911 por migrantes daneses, quienes construyeron casas y negocios con el estilo arquitectónico rural de su tierra. Hoy, según los portales de turismo, este pedacito de Dinamarca en EE.UU. recibe un millón de turistas cada año.
Es que sí es un lugar que vale la pena visitar si se viaja al estado de California. Tiene una magia propia que te enamora ni bien la pisas. La calle principal se llama Copenhagen Dr, y es una minirréplica de la capital de Dinamarca. Todo el pueblo tiene una superficie de 6 km², que se pueden recorrer fácilmente en un día.
Las personas son muy amables, pues se dedican en su mayoría al turismo. Investigando un poco más de Solvang, varios portales señalan que desde su fundación hasta 1940 su actividad económica principal era la agricultura, pero poco a poco los jóvenes dejaron su aldea para estudiar o trabajar y el desarrollo de Solvang se frenó.
Sin embargo, en 1947 el medio Saturday Evening Post publicó un artículo que describía a Solvang con el titular ‘Pequeña Dinamarca’. Desde ese momento, la gente de California y de todo el país quiso conocerla. Hay opciones de hospedaje en el centro del pueblo desde USD 130 la noche. Lo ideal es dejar allí el vehículo y salir a pie.
La ciudad está llena de rincones perfectos para tomarse fotos. Es como un set de película, o un parque temático pero real. Los turistas aprovechamos para sacarnos las mejores selfies, junto a los molinos, que son la principal atracción.
También, se puede ver una réplica de la estatua de la sirenita de Copenhagen y visitar el Museo Hans Christian Andersen, para conocer la vida del famoso escritor danés de cuentos para niños.
Todo en Solvang llama la atención. Es una ciudad llena de detalles y cuadros o murales pintados con personas en traje típico. Esto te hace pensar que estás dentro de un libro ilustrado. Además, en los locales los rótulos son de madera y utilizan tipografía cursiva y en varios se ven las banderas de Dinamarca y de Estados Unidos juntas.
Algunos techos simulan ser barcos vikingos, mientras que otros son de paja. También hay cabinas telefónicas de madera, perfectas para seguir tomándose fotos. En los restaurantes se pueden encontrar platos típicos daneses a base de carne y salchichas. Algunos sitios también tienen sillas y mesas con diseños como si fueran barcos.
Además, como Solvang está rodeada de la zona vinícola del valle de Santa Ynes, se pueden catar vinos y cervezas mientras se disfruta de música en vivo. Solvang también es muy concurrida por la variedad de repostería típica. Las pastelerías más llamativas son The Solvang Bakery y Danish Mill Bakery & Coffee Shop. Ahí, unos muñecos animatrónicos de panaderos amasan pan en las vitrinas.
Los pequeños turistas paran obligatoriamente para verlos y todos quienes caminan cerca caen en la tentación del olor dulce de los aebleskiver -panes daneses que vienen a ser como pancakes, pero con forma de buñuelos, bañados con mermelada de frambuesa y espolvoreados con azúcar impalpable.
Una porción de tres aebleskiver cuesta alrededor de USD 4 y combina muy bien con una taza de chocolate caliente. En los locales cercanos ofertan productos de belleza elaborados con los tallos de las plantas de uva. Varios vendedores demuestran los beneficios que estas cremas tienen para imperfecciones del rostro y líneas de expresión. La mayoría de mujeres y adultos mayores acuden a esas tiendas y salen felices cargando sus bolsas de compras.
Por las noches, todos los árboles y los techos de la ciudad se prenden con luces navideñas, manteniendo el encanto de Solvang a cualquier hora. Si tienen oportunidad de viajar a California, no se van a arrepentir de conocer este coqueto pueblo europeo en América.