La hora más sabrosa del día para Amelie es cuando se para frente a la biblioteca de su casa, toma un libro y se sienta a leer. Ahora mismo está enganchada con ‘El Principito’, el clásico que le obsequió su tía Sofía Cabrera, por su cumpleaños número 7.
Amelie lee bastante bien; se esforzó durante la pandemia del covid para mantener el nivel y poder acceder a textos como el que le regaló su familiar. Dice que cuando toma un texto entre sus manos se siente libre. ¿Por qué Amelie? “Porque me puedo imaginar”, responde con una amplia sonrisa.
Mientras avanza en sus lecturas, esta pequeña se sumerge en mundos llenos de dinosaurios, de princesas, de marionetas y muchas veces se convierte en una de las protagonistas de esas aventuras.
Ese, precisamente, es uno de los múltiples beneficios de promover la lectura. “Los niños dan rienda suelta a la imaginación, eso potencia su aprendizaje en las aulas”, dice Karina Guamba, directora de la biblioteca de la Universidad UTE.
La lectura diaria también mejora la concentración y la capacidad de retención, ejercita el cerebro, amplía el vocabulario, perfecciona la ortografía…
¿Cómo se siembra ese hábito?
Primero, resulta necesario predicar con el ejemplo. Los padres o tutores de los pequeños deben inspirarlos. Los niños, por lo general, adoran emular a sus progenitores. “Es necesario aprovechar aquello”, dice Guamba.
Mientras el niño lee su texto, papá o mamá pueden hojear una revista o un periódico. Es importante que el material sea impreso, para alejarlos por un momento de los dispositivos electrónicos.
Otra forma de fomentar el amor por la lectura es permitiéndoles elegir sus propios textos. Amelie adoró ‘El Principito’, pero para la próxima le pedirá a su tía un libro de dinosaurios. Ese libro tiene una cubierta colorida; ya lo vio en una de las repisas de una librería, a la que ingresó con su madre.
“Entramos y Amelie fue solita a la sección infantil”, recuerda su madre, María Belén Cabrera.
Espacios de lectura
Para promover la lectura, la experta también sugiere diseñar un espacio confortable, donde los niños puedan concentrarse. Amelie tiene el suyo y le encanta.
María Belén lo adecuó en el estudio de su vivienda. Ahí colocó un pequeño escritorio y un librero amplio. Ahí están sus textos -es abogada-, los de su esposo Jorge, que es policía, y los de su hija.
Todos están perfectamente organizados, para facilitar la selección de los textos. Así también se fomenta el orden en esa casa.
Amelie llega a ese rinconcito en cualquier momento del día; no tiene un horario definido, pues antes cumple con las tareas de la escuela y con otras que le recomiendan sus padres.
El tiempo que le dedica a la lectura tampoco es fijo; dependerá de la trama del texto, de su estado de ánimo, de sus energías. Pero casi siempre trata de darse tiempo para “sentirse libre”.
María Belén cuenta que su hija tiene total libertad para seleccionar los textos y el tiempo de lectura, pues el propósito es que ese hábito se convierta en una pasión y no en una obligación.
Guamba coincide con esta madre de familia. “Se puede empezar con unos pocos minutos al día, y después incrementar el tiempo”.
Esta experta recuerda que hay textos para niños de todas las edades. Los padres pueden contarles historias a sus hijos desde que son bebés. Para los niños de entre 3 y 5 años se les sugiere libros con muchas imágenes. Esos, explica, son los idóneos para desarrollar la imaginación, pues con solo observar las ilustraciones ellos pueden armar una historia.
También se sugieren textos coloridos y llenos de texturas. Esos detalles llaman la atención de los menores. Varios ejemplares con esas características reposan en las estanterías de la sala infantil de la Biblioteca Pablo Palacio. Ahí el mobiliario también está pensado para que los pequeños se sientan a gusto, como Amelie en el rinconcito de su vivienda.
Textos para todos
Los libros con ilustraciones son los favoritos de los más pequeños. Deténgase para preguntarles sobre el significado de las imágenes.
Esa actividad le ayudará a desarrollar la imaginación y a mejorar su lenguaje. Es una forma de reforzar lo aprendido en la escuela, pero con seguridad, mucho más divertido.
Entre los textos recomendados para niños mayores de 5 años están ‘La pequeña oruga glotona’, ‘Matilda’, ‘Las crónicas de Narnia’.
Cada uno de esos textos trae adaptaciones para, justamente, abarcar al público infantil. Seleccione la que se adapte a las necesidades del niño.
Si tiene dudas o busca nuevos títulos asesórese con el personal de las librerías; son personas que constantemente están en capacitaciones. Están al tanto de los lanzamientos.
Tiempo
La especialista Karina Guamba sugiere empezar con unos pocos minutos al día, pero todas las semanas. Solo así la práctica de la lectura se convertirá en
un hábito.