En la Reserva Antisana se ubica la laguna de La Mica, uno de los principales centros hídricos de Quito. Foto: archivo / EL COMERCIO
La jornada comienza a las 04:00. Luis Quilumba se prepara, traza el recorrido semanal y recarga energías. Para las 07:00, junto con su caballo inicia uno de los turnos rotativos que cumple durante los 365 días del año.
A más de 4 000 metros sobre el nivel del mar, el frío y el paisaje no pierden su impacto: convivir con el volcán Antisana sorprende aun durmiendo bajo sus faldas más de 47 años -la edad de Quilumba-. Él avista las más de 150 especies de aves y observa a las 73 especies de mamíferos que residen en la zona. Luis lo hace diariamente como guardaparque desde el 21 de julio de 1993, año en el que el Estado ecuatoriano declaró a la Reserva Ecológica Antisana (REA) como Área Protegida.
En el marco del vigésimo quinto aniversario de la declaratoria, el Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE) inauguró un complejo, el sábado 28 de julio, diseñado para la investigación en materia de biodiversidad y conservación de la Reserva y zonas de influencia.
Como parte de un convenio entre el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) y el MAE, firmado en el 2015, se destinaron USD 180 000 para la construcción de dos cabañas que acogen de 8 a 10 personas. La iniciativa responde al Programa de Conservación de la REA, uno de los siete proyectos que la OCP financiará hasta el 31 de diciembre de este año por USD 1 millón.
La primera albergará a los investigadores nacionales e internacionales que lleguen a la zona. La segunda acogerá a los guardaparques que garantizan la protección de las 120 581,27 hectáreas que componen la REA, localizada en la cordillera oriental de los Andes, entre las provincias de Napo y Pichincha.
Además, se remodeló una sala de encuentros, se habilitó una cafetería y un espacio en el que los turistas podrán organizar una comida al aire libre.
Entre el altiplano verde, los musgos y el vuelo del cóndor, la laguna La Mica -principal fuente hídrica de Quito- fue la sede conmemorativa en la que se recordó la historia de creación de la Reserva, que desató una lucha de protección local e investigación, liderada por el pinteño Juan Black, cuyas cenizas fueron entregadas al viento y a la cuenca.
María Elena Jervis, quien fue la primera directora de la Fundación Antisana, lo recuerda como un gestor incansable. Fue su impulso a las comunidades nativas y la discusión con lo que se concretó la creación de la Reserva.