La psicología mejora la relación con los alimentos

Una dieta saludable contempla variedad de alimentos, incluidos los poco nutritivos. Foto: Pexels
Ni malos ni buenos. Los alimentos son nutritivos o poco nutritivos, y todos esos, incluidas las tortas y los helados, se pueden ingerir, pero de forma equilibrada.
Con esa explicación empieza la nutricionista Sara Mafla algunos de sus encuentros con los pacientes que visitan su consultorio o con aquellos que se conectan vía Zoom.
Es gente que recurre a la comida cuando experimenta diferentes emociones o que es adicta a las dietas.
Esa estrategia forma parte del ‘manual’ de psiconutrición; una certificación con la que nutricionistas y psicólogos buscan que hombres y mujeres, de varias edades, mejoren su relación con la comida.
Abordan principalmente los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia nerviosa, y la alimentación emocional.
De acuerdo con un estudio difundido en el portal especializado SciELO, “los sujetos experimentan más hambre frente a sentimientos de ira (consumiendo una alimentación ‘rápida’, más descuidada) y de alegría, (ingesta de una alimentación hedónica: más agradable al paladar), que en presencia de emociones como la tristeza y el miedo”.
Mafla comenta que tras la llegada del covid-19 al planeta, decenas de personas se refugiaron en la comida para calmar emociones desagradables y después recurrieron a dietas para recuperar el peso corporal prepandemia.
Ese es el caso de Andrea Venegas. Durante el aislamiento recurrió a la comida para controlar su estrés. A inicios de este año, en cambio, se inclinó por una serie de dietas restrictivas para bajar de peso.
En ese momento fue tendencia la dieta keto o cetogénica. Esta limita el consumo de hidratos de carbono.
Se los acusa de engordar, pero lo cierto es que se trata de un macronutriente indispensable para el correcto funcionamiento del organismo.
Los carbohidratos aportan energía y un sinnúmero de vitaminas y de minerales. Engordan cuando se los consume en exceso, como sucede con las proteínas y las grasas, y cuando se mantiene un estilo de vida sedentario.
Para acercar a las personas a esos alimentos -menciona Fernando Cornejo, psicólogo y docente de la Universidad UTE- es necesario indagar incluso en su infancia.
Hay gente que creció juzgada por su apariencia física. De eso, justamente, se encargan los psiconutricionistas.
También hay pacientes que actúan en función del entorno y de las personas que los rodean. “Si estoy cerca de hombres y mujeres que me juzgan por comer un determinado alimento, obviamente me voy a limitar”, apunta Cornejo.
Para descartar una fijación por el peso, Mafla dejó de utilizar la báscula en sus consultas. “Sabemos que un estilo de vida saludable no está dado por los números. Va más allá”.
Esta nutricionista decidió certificarse, dado el incremento del número de pacientes con problemas para relacionarse con la comida. Antes de la pandemia recibía 1 o 2 a la semana; ahora la visitan 4 o 5.
Ese número alarma a Cornejo y por eso pide buscar asesoría para hacer la paz con los alimentos. El número de encuentros dependerá de la condición de cada paciente; inicialmente son semanales.
Los expertos en nutrición hacen hincapié en que las dietas desequilibradas o restrictivas, mantenidas por mucho tiempo, generan una serie de alteraciones en el organismo.
Cuando escasean los carbohidratos, la gente experimenta decaimiento, dolor de cabeza, fatiga y cambios de humor.
La ausencia de minerales y vitaminas puede desencadenar anemia, problemas articulares y hasta caída del cabello.
Cornejo explica que la relación entre la alimentación y el estado anímico de una persona se estudia desde hace varios años, pero ahora cobra vigencia. En ese aumento de casos tienen que ver las redes sociales, donde abunda contenido sin sustento científico.
Hay ‘influencers’ que encasillan a los alimentos en las categorías de buenos y malos. “Lamentablemente, tienen más acogida que los expertos”, dice la nutricionista Sara Rivera.