¿Cuáles son los desechos que más contaminan el mar en Ecuador?

Cada año, el ser humano utiliza 500 mil millones de bolsas y se compran un millón de botellas plásticas por minuto, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Foto: Cortesía Ocean Conservancy.

Cada año, el ser humano utiliza 500 mil millones de bolsas y se compran un millón de botellas plásticas por minuto, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Foto: Cortesía Ocean Conservancy.

Cada año, el ser humano utiliza 500 mil millones de bolsas y se compran un millón de botellas plásticas por minuto, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Foto: Cortesía Ocean Conservancy.

Una bolsa de plástico encontró el robot Okeanos a más de 10 900 metros de profundidad. El hallazgo se localizó en el ecosistema insondable de la Fosa de las Marianas, el abismo oceánico, considerado como el más profundo a escala global. El robot explorador de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NAOO por sus siglas en inglés), encontró el desecho durante la misión que emprendió hacia el fondo marino, en el 2016.

El descubrimiento -que impactó a la comunidad científica y ecológica- marcó el foco de alarma en la contaminación que vulnera la salud de la vida marítima, además de las cifras emitidas por la ONG ambientalista Greenpeace que exponen que más de ocho millones de toneladas de residuos sólidos al año terminan en el mar.

Ecuador no escapa de la ola global de contaminación que el ser humano produce por el uso indiscriminado de plástico. En contexto nacional, el Ministerio del Ambiente (MAE) registró cuatro grandes grupos de desechos que se propagan en los cuerpos hídricos del país: botellas de plástico, tarrinas de comida, tapas plásticas de tarrinas y colillas de cigarrillo, que -según develó el proyecto ‘Cigarette Butt Pollution’- es la principal fuente de contaminación en los océanos: 60 millones de unidades se han recogido durante los últimos 32 años en todo el mundo.

Video: YouTube, cuenta: GeoBeats News.

Su principal ingrediente de producción (que asciende a los 5,6 trillones por año) es el acetato de celulosa, un tipo de plástico que tarda más de una década en descomponerse.

Desde el 2010, el Programa Nacional para la Gestión Integral de Desechos Sólidos (Pngids), impulsado por el MAE, realiza una campaña con alcance nacional que forma parte de un proyecto global liderado por el grupo ecológico internacional Ocean Conservancy, del que adscriben 123 países. Se trata de una limpieza masiva en costas y mares en las regiones Sierra, Costa, Oriente e Insular en el marco del Día Internacional de Limpieza de Playas, que celebra el 18 de septiembre.

Entre el 2015 y 2017, los registros de los residuos contaminantes, recogidos por el MAE, en cuatro regiones, son alarmantes:

En los tres últimos años, se recolectaron 499, 33 toneladas de desechos a escala nacional. En ese período de tiempo, la contaminación por botellas plásticas lidera en la región Costa con 92 292 unidades. Le siguen las colillas de cigarrillo con 91 107 ejemplares; las tapas de tarrina con 81 932 y las tarrinas de comida con 58102 unidades.

En la Sierra, 60 552 tarrinas de comida, 55 216 botellas de plástico, 28 206 tapas de tarrinas y 24 933 colillas de cigarrillo se recogieron en los cuerpos hídricos.

En la Amazonía, en cambio, se encontraron 22 201 botellas plásticas, 10 708 tarrinas de comida, 10 324 tapas de tarrinas y 8 395 colillas de cigarrillo.

La región Insular registra el menor número de residuos -según la campaña de limpieza- con estas cantidades: 12 877 botellas plásticas, 7765 colillas de cigarrillo, 2 318 tapas de tarrinas y 1 650 tarrinas de comida.

Para Juan Pablo Muñoz, biólogo y Coordinador de Ciencias del Galápagos Science Center de la Universidad San Francisco y de Quito (USFQ) y la Universidad de Carolina del Norte, la cantidad reducida, en comparación con las tres regiones, se debe a que la región Insular cuenta con una normativa local que -aunque se emitió hace tres años-, se cumple desde mayo del 2018. Consiste en la prohibición del ingreso y utilización de cuatro objetos desechables: sorbete, fundas de tipo camiseta, envases de polietileno (espuma-flex) y botellas plásticas no retornables. Sin embargo, el material ha afectado a cerca de 20 especies animales en la región, pues se han encontrado tortugas ingiriendo plástico como alimento o los pinzones de Darwin, que arman sus nidos con él.

La medida entró en vigencia después de que se registraron 22 toneladas de basura plástica hasta abril del 2018 en las islas San Cristóbal, Santa Cruz, Floreana y Santiago. Muñoz piensa que la normativa es solo el primer paso para combatir un conflicto mayor.

“El trabajo que se ha hecho ha sido enorme. La región Insular es la única -en todo el país- que cuenta con una norma estricta para la reducción de consumo de plásticos. Sin embargo, el problema es más grande; se trata de una crisis mundial que no se soluciona con el uso de un sorbete metálico o una taza reusable”, dice el investigador. La única alternativa, enfatiza, es dejar de utilizarlo.

“Es momento de detener la avalancha de contaminación”

¿De verdad necesitamos todo el plástico que consumimos? Se pregunta Muñoz. Para el biólogo, la problemática ambiental debe ser abordada desde todos los niveles. Como usuario, no permitir el desperdicio de plástico en las actividades cotidianas, adoptando viejas costumbres: comprar el pan con una funda de tela, el agua gasificada con botellas retornables, escoger los vegetales libres de plástico como empaque, etc. En un contexto de consumo excesivo, dice, las acciones - por más insignificantes que parezcan- marcan la diferencia.

La concienciación, afirma, también va de la mano con la educación y voluntad política del Gobierno. “Deberíamos exigir al Estado que se pida un pago a las empresas multinacionales que lucran con la producción masiva de plástico por los daños ambientales que causan. Es un derivado del petróleo y debería ser tratado como tal: como un derrame en el país”.

Salvaguardar la salud del mar no solo cuida a las especies animales; es supervivencia humana, puntualiza Muñoz. El ser humano está al tope de la cadena alimenticia y, sin duda, se verá afectado no solo al ingerir microplásticos, sino al respirarlos.

Si no se detiene el uso indiscriminado de plástico, afirma el experto, el panorama es desolador: de ocho millones de toneladas de desechos que llegan al mar, la cifra irá en aumento. Para el 2025, con más de 80 millones de toneladas de residuos, habrá más plástico en el mar que especies marinas.

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