Una cóndor fue marcada con la ayuda de expertos en alturas

La Reserva Antisanilla, de la Fundación Jocotoco, alberga a la pareja de cóndores más reproductora del país. Foto: Cortesía Michael Moens / Fundación Jocotoco

La Reserva Antisanilla, de la Fundación Jocotoco, alberga a la pareja de cóndores más reproductora del país. Foto: Cortesía Michael Moens / Fundación Jocotoco

La Reserva Antisanilla, de la Fundación Jocotoco, alberga a la pareja de cóndores más reproductora del país. Foto: Cortesía Michael Moens / Fundación Jocotoco

Escaladores y expertos en trabajos de alto riesgo trabajaron en esta ocasión junto con veterinarios e investigadores para llegar hasta el nido de Flecha. A través de maniobras complejas, del uso de cuerdas y de equipamiento de seguridad especializado, los expertos pudieron descender hasta donde esta polluela, para realizar la primera marcación en el país de un cóndor en su propio nido.

Michael Moens, director de la Fundación Jocotoco, explica que era necesario realizar este trabajo para poder obtener mayor información de la especie para su conservación. Por eso, la idea era colocar los rastreadores antes de que la polluela aprendiera a volar, y Flecha estaba en el momento preciso para poder llevar a cabo este procedimiento. El nido estaba ubicado en el peñón del Isco, en la reserva Antisanilla de la Fundación Jocotoco y esto representaba una gran dificultad, dice Moens, ya que era imposible llegar sin escalar.

Los especialistas decidieron poner en práctica sus conocimientos y con la ayuda de escaladores profesionales lograron llegar hasta este punto. Sebastián Kohn, director de la Fundación Cóndor Andino, descendió hasta el nido haciendo rapel, capturó al animal y lo llevó con cuidado hasta la parte superior del peñón para poder colocarle los rastreadores.

En la parte alta los recibió Andrés Ortega, director de la carrera de Veterinaria de la Universidad UTE, y Fabricio Narváez, de la Fundación Cóndor Andino, quienes se encargaron de los exámenes de salud. Ortega cuenta que tomaron muestras de sangre, analizaron sus plumas, registraron su peso y, por último, le colocaron el rastreador satelital, las bandas alares y un microchip.

La intención de los exámenes era monitorear cómo estaba su salud antes de que realizara su primer vuelo. Los resultados revelaron que la pichona estaba sana y que sus padres la estaban cuidando y alimentando de la mejor forma.

Ortega explica que su sangre y sus plumas ayudarán a establecer su ubicación en el mapa genético de los cóndores en el Ecuador. Actualmente cuentan con muestras de más de 45 cóndores examinados en el país. Además, con este proceso Flecha se convirtió en el ejemplar número 14 en portar las bandas alares.

Pero el proceso no terminaba con la colocación de los rastreadores. Lo más difícil era que debían llevarla nuevamente al nido, antes de que sus padres regresarán. Los investigadores la agarraron nuevamente y lograron descender por el peñón para dejarla en condiciones seguras. Una vez allí, Flecha empezó a trans­mitir los datos que permitirán tener más información sobre el estado de conservación de la especie.

Moens, quien también participó en todo el proceso, cuenta que esta polluela es hija de la pareja más reproductora del país. Generalmente, estos animales ponen huevos cada dos o tres años, pero estos cóndores lo hacen cada año.

Además, se ubican en una zona que ha demostrado que es de importancia para la conservación de esta especie. La reserva Antisanilla de la Fundación Jocotoco alberga dormideros y sitios de anidación importantes. Moens dice que se ha visto hasta 40 cóndores durmiendo allí. Esto es más de un tercio de la población que se ha registrado en el último censo en Ecuador.

Todo este proceso se realizó en el marco del Proyecto de Investigación y Monitoreo Ecológico del Cóndor Andino, que lleva a cabo el Fondo Peregrino (The Peregrine Fund) y la Fundación Cóndor Andino desde el año 2012 en Ecuador. El rastreador satelital fue donado por el zoológico de La Fleche, de Francia.

La maniobra de acceso al nido fue ejecutada por el equipo de expertos Pablo Beler y Edgar Aulestia de B.A.B trabajos de alto riesgo, quienes junto con Kohn utilizaron técnicas de rapel y escalada para alcanzar el nido. El monitoreo satelital ha sido complementado con un monitoreo visual por parte del personal de Tambocóndor.

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