Los humedales desaparecen más rápido que los bosques en el mundo

La turbera que se ubica en el Parque Nacional Cayambe-Coca  almacena agua que se consume en los barrios de Quito. Foto: cortesía Esteban Suárez

La turbera que se ubica en el Parque Nacional Cayambe-Coca almacena agua que se consume en los barrios de Quito. Foto: cortesía Esteban Suárez

La turbera que se ubica en el Parque Nacional Cayambe-Coca
almacena agua que se consume en los barrios de Quito. Foto: cortesía Esteban Suárez

Los humedales almacenan la mayor parte de agua dulce que consumen los humanos y son el hogar y sitio de reproducción del 40% de las especies de plantas y animales del mundo. Ocupan solo el 6% de la superficie terrestre y están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques.

Hoy, como cada 2 de febrero, se conmemora el Día Mundial de los Humedales, para recordar a las personas la importancia de preservar estos ecosistemas. La agricultura y la expansión de las ciudades se han convertido en algunas de sus principales amenazas.

En este 2021, el mensaje en esta fecha se enfoca en la relación entre los humedales y el agua dulce. La temática fue elegida debido a la escasez de líquido vital que ya se está viviendo en el planeta y que se pronostica aumentará en los próximos años.

Esteban Suárez, profesor en la Universidad San Francisco de Quito, explica que los humedales son reguladores hídricos y fuentes de agua para grandes poblaciones humanas. Además, tienen una gran capacidad para captar y almacenar dióxido de carbono en su vegetación y en el suelo.

Si no lo hicieran, este gas de efecto invernadero se acumularía en la atmósfera. Las turberas, que son un tipo de humedales, representan sólo el 3% de la superficie terrestre del mundo y almacenan el doble de CO2 que todos los bosques del planeta. Por eso, son ecosistemas esenciales para la lucha contra el cambio climático. Otro de los beneficios de algunos tipos de humedales es que ayudan a controlar las inundaciones.

En la Reserva Chakana, de la Fundación Jocotoco, se realizan
trabajos de restauración de las turberas para prolongar su vida. Foto: cortesía Esteban Suárez

A pesar de sus aportes, han recibido poca atención. Según el informe Global Wetland Outlook, entre los años 1970 y 2015 se perdió alrededor del 35% de humedales del mundo y su desaparición se ha acelerado desde el 2000.

Suárez explica que estos espacios necesitan condiciones hidrológicas muy particulares para funcionar adecuadamente. Además, se ubican en zonas planas y con mucha agua, que son atractivas para la agricultura. Por eso, es común que estos ecosistemas sean transformados en zonas productivas.

Algunos ejemplos de esto en el país son los humedales altoandinos. En la parte oriental del Chimborazo, los humedales se han convertido en los únicos sitios donde se acumulan cantidades importantes de líquido vital y por eso la gente ha ido a ocuparlos. Lo mismo ha ocurrido en Cotopaxi.

Desde hace cuatro años la USFQ, con el apoyo del Fondo para la Protección del Agua (Fonag) y la Fundación Jocotoco, lleva a cabo un programa de restauración de turberas altondinas. El investigador cuenta que se busca recuperar el ciclo hidrológico de estos ecosistemas. Una vez que se estabilizan los niveles de inundación, se puede empezar a regenerar la vegetación.

Generalmente, las personas cavan zanjas en estos sitios para que el agua salga del humedal y pueda ser utilizada para actividades como la agricultura y la ganadería. Los trabajos de los investigadores se enfocan en bloquear estas salidas para que se empiece nuevamente a rellenar. Cuando esto se logra, el agua se redistribuye de nuevo e inunda el suelo.

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