Según el RAE, anomia es “el conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o su degradación”
La Asamblea Legislativa decide no acatar las decisiones de los jueces, porque “es el primer poder del Estado”. Adultera votaciones para la destitución del presidente de la República. Censura a 4 de los 7 miembros del Consejo de Participación Ciudadana por “incumplimiento de funciones”, como si fuese posible esa distinción en un órgano pluripersonal. Posesiona cínicamente a un solo suplente. Se erige en el depositario de la verdad y la moral cuando en su accionar prevalece el juego de intereses, la corrupción e incapacidad. Ha incumplido la obligación constitucional de codificar las leyes. Y sería fácil llenar la columna con su inopia intelectual y moral.
El Ejecutivo se deja avasallar por los cabecillas indígenas bajo amenaza de paros, cortes de carreteras, invasiones y destrozos de plantaciones agrícolas y empresas industriales. Negocia de poder a poder con los violentos para fijar políticas cuya definición compete al gobierno democráticamente electo. Las cárceles siguen en manos de mafias que las manejan a su antojo, introducen armas, explosivos, teléfonos y otros aparatos de comunicación para su operación criminal desde las cárceles. La ejecución presupuestaria apenas supera el 50% de las asignaciones, con la consecuencia de carreteras y caminos destruidos y hospitales desabastecidos.
La Corte Nacional, la Fiscalía, y los jueces inferiores parecen actuar según conveniencias, tiempos políticos o electorales, o la influencia de los enjuiciados.
Y el Consejo y Tribunal Electoral, “paquidermo estupefacto” ante las precampañas, uso de recursos públicos y otros excesos de los funcionarios que buscan su reelección.
Es inaplazable despertar la conciencia del ciudadano para que con su voto rechace a aventureros y mercaderes de la política, y hasta engrilletados por juicios penales.