Los detalles modernistas de la fachada, como ventanas y balcones, se mantuvieron. Fotos: Armando Prado / EL COMERCIO
La pulcra fachada alba y gris domina todo el entorno, a pesar de que a su alrededor se levantan varios edificios de parecida categoría.
Pero esta edificación de tres pisos sobresale por sus perfiles modernistas, que contrastan con las aristas republicanas de las otras construcciones.
La coyuntura de estar emplazado a una cuadra escasa de la Plaza de la Independencia (calles Mejía 4-25 y Venezuela) acentúa más ese perfil europeo que le caracteriza.
Se trata del edificio Eguiguren, también llamado casa Dapsilia. La primera construcción fue arrendada a la señora Rosa Delia Pérez de Román, quien instaló allí la Pensión Dapsilia. Esta fue derrocada a fines de los años 30 del siglo pasado.
En los años 40, la señora Teresa Muñoz de Eguiguren financia y levanta el nuevo edificio, donde funcionaría la Cancillería del Ecuador hasta su traslado al Palacio Najas años después. Posteriormente, daría nuevamente cabida a la Pensión Dapsilia y a las oficinas de la cambiaria M.M. Jaramillo Arteaga, como consta en la Guía de Quito de 1950.
Finalmente, este edificio de 1 574 m² fue adquirido por la Inmobiliaria Investa S.A., representada por Francisco Ribadeneira Araujo.
Entonces se decide la rehabilitación integral del edificio para dotarle de una nueva función y otro uso: el comercial. Ahora opera ahí uno de los más completos ‘outlet’ de la firma Marathon Sports.
La rehabilitación estuvo a cargo del estudio López y López Arquitectos, liderado por Luis López, un prestigioso arquitecto y catedrático ambateño residente en la capital que, entre otros trabajos, tiene a su haber la restauración de la Casa del Alabado.
Una claraboya cubre e ilumina el gran espacio central.
López afirma que el edificio Eguiguren es uno de los pocos ejemplos de arquitectura modernista en la ciudad.
La intervención empezó en el 2014, ocupó a 50 personas y demandó de una inversión de USD 1 500 000, explica el Ing. Édgar Pérez, gerente de Proyectos del Grupo Marathon Sports. El edificio, ya recuperado, estuvo cerrado por un año hasta que sus dueños decidieran qué hacer con él.
Obviamente, rehabilitar una edificación histórica para un nuevo fin debe considerar varios determinantes de diseño que López los solventó de forma eficiente.
La intervención mantuvo las tres crujías que conforman la edificación, recuperó las fachadas exteriores e interiores y vinculó mediante un vacío central los tres niveles que tiene el edificio. “Esta solución permitió, además, resolver las circulaciones horizontales e integrar todo el conjunto mediante la iluminación natural que ingresa desde la terraza.
¿Cómo? Mediante una gran celosía transparente sostenida por una estructura metálica.
Los espacios que conforman las crujías mantienen sus proporciones y características originales, así como la vinculación a través de los vanos existentes, que les da continuidad.
Para dar comodidad a la circulación vertical se levantó una nueva grada en la crujía sur y se incorporó un ascensor (para personas con capacidades especiales y de tercera edad) junto a la grada original.
Se realizó un reforzamiento total de la edificación para fortalecer la sismorresistencia. Se reemplazaron los forjados de entrepisos por losetas sobre vigas metálicas y se cambiaron todos los sistemas de instalaciones, en especial en la prevención contra incendios.