Esta obra, en Papallacta, arrancó en el 2015. La construcción duró tres meses. Tiene madera sólida, aglomerados y vidrio. Fotos: Cortesía Javier Mera
En Papallacta, a 55 minutos de Quito, un grupo de jóvenes arquitectos levantó una casa de vacaciones enfocada en el turismo, la cual se conecta con el paisaje -árboles y montañas- que la rodea gracias al uso de materiales como la madera y el vidrio.Tiene 48 m² de construcción y está sobre una superficie de 5 000 m². Posee vista hacia una laguna. Al otro lado, en cambio, está la carretera.
La madera de pino sólida, cuenta Javier Mera, uno de los autores del proyecto, fue tratada para soportar las inclemencias del clima, pues Papallacta se caracteriza por ser una zona fría y bastante lluviosa. Colocaron cera y la parte más superficial de la madera fue incinerada. Tomaron esa decisión tras realizar varias pruebas.
“Vimos que con el paso del tiempo la madera adquiere un tono bastante más atractivo. Las vetas de la madera se marcaron más, exhibiendo una mejor vejez”. Con ese procedimiento también se evita la presencia de hongos y plagas.
El espacio se resuelve en dos niveles más un altillo, de 9 m². En la parte baja está el área social.
El proyecto se llama WUK 01 Sacha-Yacu -Bosque de Agua- y para construirlo cada uno de los autores contribuyó con la mano de obra y con ideas, pues el objetivo era lograr una casa de vacaciones con materiales y con sistemas de calefacción que sean sostenibles.
Para eso colocaron una cubierta de tetrapack reciclado y triturado, y compactado con calor; aglomerados y madera sólida. Y aunque le habían declarado la guerra al hormigón, ese material está en el piso…
Se lo utilizó para elaborar un suelo radiante, necesario para la instalación de una calefacción geotérmica. “No queríamos nada que salga del petróleo y era la única forma”.
Mera añade que la vivienda está compuesta por piezas modulares, destornillables, que se pueden desmontar e incluso trasladar de un lugar a otro cuando su ciclo haya terminado y dejar el terreno como lo encontraron.
El 90% del material utilizado es madera de pino. Ese recurso está en el piso, paredes y entrepiso.
De eso, precisamente, se trata la sostenibilidad y bajo esa premisa postularon a Sacha-Yacu a la Bienal Iberoamericana (BIAU) de Paraguay, prevista para octubre de este año.
Este proyecto estuvo seleccionado entre los 20 trabajos ecuatorianos para representar al país en ese certamen internacional. Al final, el jurado se quedó con otros tres proyectos para el certamen.
Para estos arquitectos -Mera, Fernanda Esquetini, Pablo Puente, José López, Flor Sobrero, Daniel Mera, Atte Mattila- la BIAU es una plataforma para mostrarle al mundo la arquitectura que se hace en el país y para de algún modo establecer conversaciones sobre sistemas alternativos para seguir la línea sustentable.
La fachada principal del proyecto enmarca el paisaje andino, frío, nublado y también montañoso.
En Sacha-Yacu, por ejemplo, las aguas grises y negras son tratadas con un biodigestor que separa líquidos y sólidos: los últimos, luego de dos años, se convierten en abono. Para evitar malos olores, los especialistas instalaron el sistema lejos de la casa, que se resuelve en dos niveles más un altillo y cuya fachada principal enmarca el paisaje andino.
El proyecto, cuenta Mera, arrancó en el 2015 y le pertenece a sus padres. El diseño duró tres meses, al igual que la construcción. “Nos tomó más tiempo que nos aprueben el diseño”, cuenta este arquitecto exhibiendo una ligera sonrisa.