Llevaban mochilas, estuches de violines y violonchelos a sus espaldas. Vestían en short, pantalones ligeros y blusas frescas para pasear en un día caluroso por las calles de Guayaquil. El grupo de jóvenes, algunos de estatura mediana y otros muy altos, hizo su primera parada en Ecuador.
Esa informalidad y alegría contagiosa de sus edades, entre los 16 y 21 años, las mantuvieron cuando se sentaron frente a una partitura con sus instrumentos.
La mañana del martes, el Teatro Centro Cívico estaba silencioso hasta que los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Alemania empezaron a interpretar magistralmente a Richard Strauss (1864-1949) en el concierto de corno francés Nº2.
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El renombrado músico Christoph Altstaedt dirigía a los jóvenes desde la butaca, pero también se movía sobre el escenario para comprobar el sonido desde otros ángulos. Era un ensayo de tres horas para el concierto de la noche en el Puerto, en una gira por Ecuador que incluye dos presentaciones en Cuenca y dos en Quito.
Algunos de los chicos lucían el bronceado que ganaron el lunes en un paseo a General Villamil-Playas, a 96 kilómetros de Guayaquil. Antes de la ruta por escenarios ecuatorianos, los músicos estuvieron una semana en Venezuela, donde lograron ensambles con otras orquestas.
En total estarán cinco semanas lejos de sus hogares. Aunque eso no es nuevo para unos músicos que están en una de las orquestas juveniles más afamadas del mundo. Llegar ahí demanda disciplina y esfuerzo, largas horas de ensayos, clases teóricas, audiciones muy competitivas para ubicarse entre los 58 músicos. Igual de exigentes que en orquestas profesionales para calificar a sus músicos.
Christoph Altstaedt, de 31 años, también integró la sinfónica juvenil de Alemania y ahora la dirige. Conducir a jóvenes no es tan fácil como dirigir a adultos, aunque la disciplina “no es un problema en Alemania”; los músicos de ese país son muy disciplinados y la tenacidad para aprender es un valor de estos prodigios, añadió.
Benedikt Buescher tiene 19 años, 1,96 metros de estatura, cabellos rizados al estilo afro pero muy rubios. Toca el contrabajo y se nota que le divierte. A los 7 años empezó a tocar, estuvo en la orquesta de su ciudad y en la regional, para llegar luego a la Sinfónica Nacional, donde están los mejores del país. “Siempre fue mi sueño y lo hice realidad”, dijo en alemán. Ya está decidido a ser un músico profesional y completar los estudios que sean necesarios. Tocar a Beethoven es una diversión para él, y en los tiempos libres comparte con el resto de integrantes de la orquesta. Aunque la práctica de un instrumento no permite vacaciones prolongadas.
Theresa Leir, de 20 años, hace dos estuvo en otra gira por la parte sur de África. Además que hace un año dejó Bonn para irse a vivir a Berlín con una hermana y continuar sus estudios musicales. Sus padres eran aficionados a la música académica pero fue su decisión personal tocar el violín; por la música dejó de lado el tenis de mesa, su otra pasión.
Como la mayoría de compañeros empezó a tocar a los 5 ó 6 años. Un 80% de los músicos de la Juvenil llega a tocar en orquestas profesionales, dice Altstaedt.
Nicoles Wiebe, de 20 años, toca el chelo desde los 5 y siente que con la música tiene la oportunidad de expresar lo que no puede con palabras. Viajar, compartir con otras culturas es otro logro. En Guayaquil, durante el paseo por el Malecón, conoció la cultura de la ciudad, así como en la convivencia con músicos locales. En las giras no llegan a hoteles sino que son hospedados en casas de otros jóvenes, así comparten tradiciones familiares, gastronomía. Durante el paseo, un helado Pingüino ayudó a refrescar una tarde muy soleada, junto al río Guayas.
El concierto en Quito
El sábado 27 de agosto, la Orquesta Juvenil de Alemania se presenta a las 20:00 en el Teatro Nacional Sucre; las entradas cuestan desde USD 5.
El domingo 28 de agosto, la Orquesta se presenta en la Casa de la Música (Valderrama y Mariana de Jesús), a las 17:00. Interpretará a Schumann, Beethoven y Strauss. USD 40.