El tiempo y la materia son ideas que atraviesan la colección de piezas gráficas y audiovisuales que son parte de la muestra ‘Scrophulariaceae’. El ecuatoriano Édison Cáceres Coro es el autor de las obras que provienen de dos ejercicios reflexivos y artísticos y que se exhiben en +Arte Galería hasta el próximo 1 de julio.
El 2020, Cáceres Coro participó en la edición número 18 del Encuentro de Arte y Comunidad Al-Zurich con el proyecto ‘Formas de ilusión y verdad, quishuar’, desarrollado en Pomasqui. El artista centró su interés en el árbol quishuar, que se destacaba como un elemento común en el contexto paisajístico de la zona y fuente de mitos de las culturas originarias.
A partir de esta especie vegetal, denominada buddleja incana dentro de la familia de las Scrophulariaceae, Cáceres crea una serie de piezas gráficas e instalaciones audiovisuales que lo llevan a especular acerca de la conservación de la vida en un futuro.
Al observar las piezas no es difícil imaginar que en un hipotético y distópico futuro, lo único que tal vez quede de un animal o una planta sean fotos, ilustraciones o, en el mejor de los casos, un pequeño brote encapsulado en una pequeña biósfera.
La idea es llamar la atención sobre la presencia de las especies no humanas en nuestro entorno y, a partir de las imágenes y los objetos, cruzar los caminos de la ciencia y la ficción.
Cáceres traslada la materialidad del árbol a una serie de imágenes y objetos. La flor del quishuar ha sido replicada en papel de algodón, mediante la técnica del tránsfer y encapsulada en un cilindro de cristal.
Del centro de la galería cuelga una instalación denominada ‘Suenan los árboles’, creada en conjunto con Gabriel Arroyo. De una base circular se desprenden 60 auriculares que simulan la raíz del quishuar y, a través de los cuales, se puede escuchar un audio especulativo que representa el crecimiento del árbol.
Los nombres del quishuar y el chawar se reflejan y deslizan sobre las paredes de la galería desde un objeto escultórico robótico llamado ‘Neo–naturalismo’. Cáceres dice que con sus hojas el chawar atrapa el polvo sobre su base dejando a su alrededor espacios fértiles para que se reproduzcan especies como el quishuar.
Frente a esta representación artificial y tecnológica aparece un retoño real y orgánico de quishuar, en una biósfera contenida en una esfera elaborada en acrílico.
La segunda parte de la muestra plantea la mezcla de materiales de diferentes orígenes y procedencias, en una serie de gráficos y objetos donde el tiempo y el espacio encuentran su unidad en la materia.
‘El beso’ es una pieza en forma de medallón, con dos materiales de distintos tiempos, puntos geográficos y cargas simbólicas. Por un lado hay polvo de cerámica precolombina y, por el otro, polvo de un fragmento del muro de Berlín. En conjunto forman una metáfora sobre el desvarío histórico y la paraficción global.
En otro espacio se exhibe ‘Geo-medida’, una serie de fotos con representaciones geométricas trazadas sobre el polvo de una pieza de cerámica precolombina. Frente a las imágenes se encuentra una caja iluminada que contiene la cerámica pulverizada sobre la que se ha trazado un espiral.
En este proceso creativo se indaga en la materialidad y los modos que utiliza el hombre para entender, medir y representar el mundo material. El encuentro entre dos geografías y las visiones distintas del mundo están implícitos en esta exhibición.