El hotel Palacio Imperial se reinauguró hace tres meses. Su decoración es oriental y exportada desde la China. Tiene 38 habitaciones.
Si hay que buscar una palabra que identifique una decoración con estilo oriental, esa es “equilibrio”. Y esa fue, precisamente, la idea de Roque Arias, el dueño del hotel Palacio Imperial, de Tulcán.
El hotel data de hace 15 años aunque antes se llamaba Unicornio. La idea del nuevo nombre y de los cambios que se dieron en el lugar surgió de la visita que hizo Arias a China. “Luego de conocer el Palacio Imperial y ante la presencia del restaurante en Tulcán, el chifa Pack Choy, decidí fusionar los dos sitios”.
El pequeño hotel, con un chifa al lado, se transformó en un edificio que cuenta con 38 habitaciones entre sencillas, dobles, triples, matrimoniales y dos suites.
Además tiene un gimnasio y una zona húmeda que incluye hidromasaje, sauna y baños de cajón. Existen dos salones de eventos insonorizados, que tienen capacidades para recibir desde 10 hasta 300 personas.
El uso de texturas como la piedra, la madera y el papel es uno de los detalles que caracteriza la decoración del hotel; casi todos los objetos que adornan el interior del lugar fueron exportados desde la China. Asimismo, la ornamentación a través de grandes murales, la colocación de fuentes en los patios interiores o el uso de incienso, le dan el toque oriental al Palacio Imperial.
La decoración en las paredes está conformada por símbolos de la cultura asiática que representan algún sabio mensaje para los visitantes del hotel.
En cuanto a los colores el rojo y la madera impregnan los espacios. Elementos decorativos como dragones y cascadas sorprenden a cada paso.
Las lámparas, cuya estructura está formada por una bombilla y una pantalla de papel de forma ovalada, de peonza, cilíndrica o cónica, ayudan a dosificar la luz y a reducir su intensidad.
En cada piso, son cuatro, hay una sala de estar que cuenta con sillones y una pantalla de televisión. También hay ascensor.
Las camas de las habitaciones son King size. Cuenta con parqueadero propio y el restaurante adjunto que ofrece platos a la carta y almuerzos.
En la cocina también se nota la modernidad del lugar. Cuartos fríos para el congelamiento de las carnes y un lavadero especial de platos son parte del equipo.
Un cambio radical
Son 2 000 m² de construcción. En la restauración que aún no termina, se han invertido hasta el momento USD 300 000. Los precios: USD 40, las habitaciones sencillas; la suite matrimonial, USD 100, y la presidencial, USD 120.
En una de las terrazas se planifica crear un bar cafetería. La vista del este de Tulcán es hermosa. Se aprecian los volcanes Chiles en el lado ecuatoriano y Cumbal en la parte colombiana.