La ubicación de la Canada Water Library también fue muy bien pensada. Está junto a los antiguos muelles comerciales de Surrey en el Támesis, donde germinaba el comercio de la madera hasta que, como dice una nota del rotativo The Guardian, todos los negocios desaparecieron.
La construcción de la librería forma parte del plan de regeneración urbana de este distrito. Un plan que empezó en 1980 y que ha tenido victorias y retrocesos. La intención era hacer de Southwark un centro urbano y eso, en Londres, explica The Guardian, es difícil.
De todas maneras, sigue el rotativo, en un suburbio lleno de tantas incoherencias urbanas como Southwark (de aparcamientos de lujo se pasa a la casa con cobertizo de hojalata o a un puente de madera con tipología de la vieja Holanda), la biblioteca aspira a cumplir con un papel de eje urbano. Además, es un remate arquitectónico de la estación del metro londinense, que ha estado ahí casi huérfana desde 1980, en espera de un barrio para que pueda servir.
La biblioteca Canada Water se encuentra junto a la estación de metro (de hecho, una nueva salida se eleva en el tejido de la propia biblioteca) y a una nueva plaza pública, que aún no está lista .
A primera vista, su volumetría diferente y su revestimiento de aluminio bronce impresionan, pero no convencen. Sin embargo, un recorrido por el sitio aclara la intención formal que tuvo el arquitecto Piers Gough.
La mejor forma para una sala de lectura es amplia y horizontal, pero en el lugar no había espacio suficiente para eso a nivel del terreno, que estaba atrapado entre la salida del metro y la orilla del Támesis.
Así que Gough ubicó la sala de lectura en la parte superior, ampliando la construcción a medida que asciende. De ahí la forma de pirámide invertida del ingenio arquitectónico.
De esa forma, explica el portal arquitectónico Dezeen, la parte más importante del edificio se emplaza en lo alto, lo suficiente para tener un ambiente libre, callado y relajado, como debe tenerlo una biblioteca.
En esta distribución espacial tiene importancia capital la grande y central escalera de caracol, que evita que buscar un libro se convierta en una aventura, como suele suceder, por ejemplo, en un supermercado.
La solución espacial de Gough y su taller CZWG para ubicar una gran biblioteca en un área pequeña, de apenas 2 900 m², es muy ingeniosa: se basó en la utilización de estanterías zigzagueantes que crean espacios más íntimos, optimizan el uso de los espacios y permiten una rápida búsqueda de los ejemplares. Muy al estilo del gran arquitecto finlandés Alvar Aalto. Con mucho de su cuidado y su sutileza.