Al amanecer, Marco Cayoncela ingresa a Ambato. Viaja todos los días desde Chambo, en la provincia de Chimborazo, para comercializar ladrillo en el redondel de la calle Los Atis y Víctor Hugo, en el sur de Ambato.
Es un trayecto de una hora y cuarto desde Chambo, situado a 10 minutos de Riobamba. Ahí, cerca de 5 000 personas se dedican a la manufactura artesanal de ladrillo. Es una tradición y una forma de ganarse la vida.
Cayoncela arriba en un camión con balde de madera. Carga 6 000 ladrillos de 11 centímetros de ancho. Dice que es el más común y el que más vende. También realizan, bajo pedido, ladrillos de 10 cm y 20 cm. “Eso depende de la exigencia y de la creatividad del constructor. Con este material se levantan paredes para cerramientos y casas”.
A lo largo de la av. Los Atis se estacionan decenas de camiones similares a los de Cayoncela. La venta empieza temprano, de lunes a sábado, hasta las 15:00.
Sin embargo, cuando los productores no terminan de vender toda su carga duermen en los automotores. De ese modo retoman el negocio al día siguiente. Su objetivo es volver a Chimbo con los camiones vacíos.
Según Mario Cayoncela, otro comerciante y familiar de Marco, la feria del ladrillo se realiza desde el 2004. Este oficio, heredado de sus padres y abuelos, se remonta medio siglo en el tiempo.
Siempre se consideró a Ambato como punto de venta principal por ser una urbe de gran comercio en la Sierra centro. En las calles ambateñas, los ladrillos resaltan por su color rojizo.
Los compradores son residentes o arriban de Pichincha, Cotopaxi, Pastaza, Esmeraldas y otras ciudades del norte ecuatoriano. Manuel Cevallos, por ejemplo, vive a las afueras de Salcedo, en Cotopaxi.
Cevallos empezó la construcción de una pequeña casa para su hija, que tiene previsto contraer matrimonio a fin de año. Sabe que el mejor material y a buen precio lo encuentra en el redondel de Los Atis.
“El ladrillo de Chambo es muy bueno para edificar. Con este levanté mi casa. No se fisura y es más rendidor que otros que se hacen polvo”, señala.
Los mercaderes chambeños venden entre 4 000 y 6 500 ladrillos al día. Se comercializan en USD 0,11 cuando hay mucha demanda y en USD 0,10 cuando el producto abunda.
En Ambato hay dos asociaciones de vendedores de ladrillo. En Chambo funcionan cinco.
Ramiro Pantoja, maestro constructor de la empresa Prodec SA, cree que el ladrillo es mejor para construir. “Es más resistente. Conserva el calor dentro de las casas, es sismorresistente”.
Según Carlos López, presidente de la Cámara de Construcción de Tungurahua, la feria del ladrillo es importante para la región. “Atrae compradores de otros lados. Acá todavía se utiliza como materia prima primordial para la industria de la construcción. En cambio, en otras urbes, emplean el bloque”.
El ladrillo es recomendado en la edificación de viviendas porque aisla el ruido, brinda impermeabilidad y tiene una fortaleza superior para soportar estructuras. Puede ser utilizado sin losa.