Los jinetes se congregan cada año en la plaza central de Sibambe. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.
Las calles de una pequeña parroquia situada a 15 minutos de Alausí, en Chimborazo, se llenan de color y movimiento sólo una vez al año. El 25 de julio centenares de jinetes oriundos de Alausí, Cumandá, Pallatanga, Bucay y Cañar llegan cabalgando para pedir la bendición y protección del Patrón Santiago Matamoros.
Los festejos duran cinco días e incluyen carreras de caballos, corridas de toros de pueblo, ferias y albazos al ritmo de las bandas de pueblo. Pero el evento principal es una procesión a caballo para acompañar a su patrono en el recorrido por las calles de la parroquia.
“Esta es la única procesión religiosa, donde sacamos la imagen en andas, que se hace a caballo en el país”, cuenta Byron Niama, investigador.
Técnicos del Municipio de Alausí y grupos particulares trabajan en la declaratoria de patrimonio inmaterial del país de esa fiesta, por lo que se realizan investigaciones para determinar la antigüedad de la tradición y el origen.
En el equipo trabajan historiadores, fotógrafos y antropólogos. Y aunque aún no se encuentran archivos físicos que comprueben la antigüedad de la fiesta, se recogieron testimonios que apuntan a que se trata de una tradición centenaria con una fuerte influencia española, por lo que se piensa que surgió con la Colonia.
Santiago Matamoros es venerado originalmente en España. “Se cuenta que la imagen apareció cuando España perdía la guerra con los Moros. Los soldados le rezaron al apóstol Santiago, y él apareció sobre un caballo y empezó a matar a los enemigos de España”, explica Niama.
Al rededor de unos 1 000 jinetes acudieron este año para recordar al protector de los caballistas. Algunos vestían sus trajes originarios, (poncho de lana de borrego y zamarro), y otros vestían pantalón jean, sombrero y camisa.
“Viajamos por la ruta del contrabandista en nuestros caballos. Nos gusta hacer este viaje cada año por la devoción que tenemos a la imagen y por la experiencia del recorrido”, cuenta Juan Ortiz, quien llegó a la fiesta desde Cumandá.
La fiesta concluye en la plaza central. Después de la misa, los jinetes entregan un gallo a las autoridades como agradecimiento.