La menstruación ha sido el tema de conversación ‘on-line’ y ‘off-line’ desde que la asambleísta Johanna Moreira presentó el Proyecto de Ley Orgánica Salud e Higiene Menstrual el 15 de junio de 2021. Y eso, conversar e informarse, es justamente lo que se necesita para acabar con las concepciones negativas alrededor de este proceso natural.
Los imaginarios sobre la menstruación son diferentes en cada comunidad urbana y rural. Sin embargo, en el mundo occidental han predominado representaciones asociadas a lo antihigiénico y lo dañino.
“Hay muchos estigmas y prejuicios. Hay muchas creencias sociales; dicen que si tocas una planta se va a morir, si cargas a un niño va a llorar o si tocas la comida se va a dañar”, cuenta Paulina Vásquez, socióloga especializada en salud y bienestar femenino y autora de libros sobre menarquia y menstruación.
La experta agrega que en algunas sociedades todavía persisten tabúes más fuertes que implican discriminación y aislamiento de las mujeres durante su periodo.
Pero ¿cuál es la raíz de estas percepciones negativas? Daniela Coloma, investigadora en antropología del desarrollo e interculturalidad, elaboró hace dos años un artículo académico en el que intentó responder esta pregunta.
“Las representaciones negativas de la menstruación se basan en las relaciones de género; los hombres la ven como una amenaza, por ser algo que ellos no tienen. Se ha creado un tabú, explicado por varios antropólogos, como un simple instinto de conservación de la hegemonía masculina”, explica Coloma.
Es por ello que la sangre del fin del periodo femenino se ha asociado con la contaminación o, en algunas culturas, con poderes malignos. En el siglo XIX, amplía Coloma, se descubrió la ovulación y se empezó a asociar la menstruación con la fertilidad. Sin embargo, las creencias negativas se han mantenido de generación en generación, aunque haya más conocimiento.
“Empezó así (a partir del miedo masculino), pero como son creencias que se han perpetuado, nuestras mamás nos enseñan a ocultar la regla”, dice Coloma para explicar el fenómeno actual.
Las creencias de que la menstruación es sucia y maloliente han dado pie a que grandes marcas quieran dar una ‘solución’ a estos ‘problemas’.
“Las mujeres somos un mercado propicio para la publicidad y empresas de higiene femenina. Te venden los productos con la idea de que menstruar es algo terrible. Hay ese paradigma de lo ‘higiénico’, como si menstruar fuera algo sucio o contaminante”, dice Vásquez.
La mayor oferta de productos de gestión menstrual ha ayudado a cambiar la idea de que el flujo menstrual es desagradable o vergonzante.
Coloma dice que la copa menstrual, un dispositivo en forma de copa que se introduce en el canal vaginal para que se deposite el flujo, ha permitido liberarse de los plásticos de las toallas sanitarias. Estas compresas de materiales sintéticos generan incomodidad, mal olor, sudoración y también provocan que la sangre tome un aspecto oscuro por la oxidación que se da al entrar en contacto con el aire.
También existen otro tipo de productos que han permitido que las mujeres se sientan más cómodas con este proceso. Las toallas reusables de tela de algodón y los calzones absorbentes lavables son algunos de ellos.
Si bien el acceso a productos de gestión menstrual y a servicios básicos son pasos importantes para abrazar este proceso que se da en la vida fértil de las personas con útero, también hace falta educación sexual y acompañamiento.
“Si no te enseñan a mirar el proceso de una forma positiva y empoderante, que te pone en contacto con la vida y con los ciclos de la naturaleza, como algo que produce vida, pues te enseñan a tener rechazo desde el inicio”, concluye Vásquez.