Tres años del confinamiento por el covid-19
Se cumplieron tres años de la declaratoria de confinamiento para todas los ecuatorianos. Esta medida trataba de mitigar los efectos de la pandemia del covid-19. Ecuador, en esos días, entraba en un momento de expectativa ante lo desconocido. Pero también a lo que siempre ha tenido: la corrupción.
El 12 de marzo del 2020 se instauró la emergencia sanitaria. Con ella se permitía contratar sin tantas trabas burocráticas para abastecer a los hospitales públicos ante la explosión de casos. El 16 de marzo el entonces presidente de la República, Lenín Moreno, decretó el confinamiento completo. La medida se extendería por seis meses, y que luego fue regulada por un sistema de semaforización.
El 28 de marzo, es decir, 16 días después de iniciada la emergencia, este Diario revisó algunos contratos en el sistema de compras públicas. Allí había unos convenios para comprar mascarillas N95 por USD 12 por cada una, cuando en el mercado normal se expendía a USD 2,10.
Ese darto sirvió para halar del ovillo. El resto de la prensa empezó a sistematizar la información y, con profunda indignación, los casos fueron más y más grandes conforme pasaba el tiempo.
Para mayo del 2020, la Fiscalía había abierto 13 procesos investigativos y la Comisión Nacional Anticorrupción había denunciado presuntos sobreprecios por USD 32,5 millones.
Luego vinieron los contratos de las fundas para cadáveres y las pruebas de covid. Mientras moría la gente debido a las complicaciones de una patología agresiva y poco conocida, los ciudadanos se informaban de que en los momentos más oscuros había gente dispuesta a hacer dinero sin importar si era de forma ilegal en medio del sufrimiento de los ciudadanos.
No es raro que muchas personas tengan una especie de laguna mental acerca de esos tiempos del confinamiento. Tres años después llegan los resúmenes noticiosos en los que se muestran también el reparto de los hospitales por favores políticos así como las duras escenas de la crisis de los cadáveres en Guayaquil. Pero así como fue una época de penurias para parar la olla, mientras otros se enriquecían a punta de corrupción, también hubo historias de solidaridad y resiliencia entre vecinos, amigos y familiares que deben enorgullecernos de que Ecuador es más que un país lleno de corrupción.
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