La factura de la pandemia va en ascenso

El país lleva ocho meses entre estado de excepción, confinamiento y reapertura paulatina de negocios. A dos meses de cerrar el año no se puede hablar de un control de la pandemia ni de una reactivación económica.

Mientras se intenta contener los contagios en el país, ha sido inevitable el costo económico de la pandemia, ya que las medidas aplicadas han dependido de los recursos disponibles, que han sido escasos.

Esta limitación ya existía antes de la crisis sanitaria, pero se profundizó desde abril pasado por la caída de ingresos petroleros y tributarios. Eso explica el enorme déficit fiscal y, por ende, la gran necesidad de financiamiento que ha requerido el fisco.

En un escenario normal, el Gobierno necesitaba este año financiamiento por USD 8 000 millones, en la actualidad ya suman 12 000 millones.

El endeudamiento, básicamente con multilaterales, ha sido la vía para cubrir el déficit, pero tardó en concretarse, lo que derivó en una acumulación de atrasos del Estado con proveedores, servidores públicos, gobiernos seccionales y seguridad social. Recién el mes pasado se comenzó a cancelar obligaciones pendientes, lo cual redujo los atrasos en USD 2 042 millones. Aún quedan por pagar 1 614 millones.

Los créditos de los multilaterales son insuficientes para cubrir el déficit fiscal de este año, por lo que el Gobierno busca un nuevo crédito con China por USD 1 700 millones, vinculado a una operación con crudo.

En el sector privado, principal generador de mano de obra en el país, la pandemia ha golpeado con fuerza en el mercado laboral. 482 000 actas de finiquito se registraron entre marzo y octubre, principalmente en agricultura, industrias, construcción y servicios de alojamiento y comida.

La menor actividad productiva se reflejó en una caída del 21% en ventas entre enero y agosto de este año respecto a igual período del 2019, lo que equivale a USD 22 500 millones.

Para amortiguar las secuelas de la pandemia, el país necesitará moderar el endeudamiento, optimizar el gasto público y basar la reactivación en un mayor protagonismo privado.