Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) siguen siendo un tema del que se habla en voz baja. Este silencio favorece la desinformación, perpetúa mitos y genera un desconocimiento que coloca a la población ecuatoriana en riesgo.
Lo más alarmante es que muchas ITS son asintomáticas, y la falta de conciencia sobre los factores de riesgo aumenta la vulnerabilidad. Al exponerse a situaciones riesgosas, como relaciones sexuales vaginales, anales u orales sin protección, las probabilidades de contraer una infección se disparan. Estas infecciones, de origen viral, bacteriana o micótica, se transmiten a través del contacto con fluidos corporales y sangre. Frente a esto se requiere mayor conciencia sobre los métodos de prevención.
El aumento de las ITS es un fenómeno global y Ecuador no es la excepción. Si bien en los últimos años se registra un aumento en la detección de casos, sigue existiendo un subregistro considerable.
Según el Ministerio de Salud Pública (MSP), el 93% de los diagnósticos corresponde a mujeres. Esto se debe en gran parte a que ellas buscan más atención médica que los hombres. Apenas el 7% restante de los casos involucra a hombres. Ellos demandan menos servicios médicos, pero también hay una cultura de miedo, vergüenza y estigma que limita el acceso al diagnóstico oportuno.
Este fenómeno es particularmente preocupante entre adolescentes y jóvenes, quienes inician su vida sexual a edades cada vez más tempranas. A pesar del acceso a información a través de Internet, muchos no buscan ayuda médica. Esta situación se agrava en las zonas rurales, urbano marginales y entre personas en situación de pobreza y extrema pobreza. En estas áreas, la distancia a los dispensarios y la falta de recursos impiden que hombres y mujeres accedan a diagnósticos y tratamientos a tiempo.
Un ejemplo preocupante es Napo, en la Amazonía ecuatoriana. Esta provincia registra la tasa más alta de ITS en el país: 40,2 casos por 10 000 habitantes, frente a un promedio nacional de 11,7. La situación en las comunidades indígenas es aún más crítica. Ahí se requieren intervenciones integrales que incluyan mayor personal médico, infraestructura adecuada, tamizajes regulares e insumos suficientes. Esta responsabilidad recae en el Estado, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil.
No hay que olvidar que muchas de las ITS pueden ser tratadas, incluso, en los casos de VIH, los antirretrovirales permiten mantener la carga viral en niveles indetectables, lo que reduce el riesgo de transmisión. Sin embargo, todavía hay personas que mueren porque no reciben tratamiento durante los primeros siete a diez años en que el VIH permanece inactivo. Esto evidencia un fallo en la atención temprana. Además, la transmisión vertical del virus de madre a hijo sigue ocurriendo en Ecuador por la falta de intervenciones médicas oportunas.
Por lo tanto, es urgente que tanto los mayores de 50 años como los jóvenes enfrenten estos temas sin tabúes y se eduquen sobre las ITS. Esto debe ir acompañado de un sistema educativo que refuerce la educación sexual con una visión clara, científica y abierta. Los cambios en los comportamientos sexuales actuales demandan una respuesta a la altura de los tiempos.