El acceso a la atención de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) en Ecuador enfrenta al menos siete barreras en Ecuador. Esto no permite contar con un registro real de los pacientes con este tipo de enfermedades, de origen viral, bacteriano y micótico.
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Actualmente, el 93% de los diagnósticos con los que cuenta el Ministerio de Salud Pública son de mujeres, debido a que demandan más servicios médicos. En los hombres apenas es del 7%. En muchos casos son asintomáticos o presentan lesiones que son ignoradas o subvaloradas. También tienen vergüenza para recurrir al personal sanitario o recurren a la automedicación. Usan cremas tópicas o medicación empírica que retrasan el diagnóstico y el tratamiento.
El personal de salud conoce de casos en hombres, a través de las parejas que sí acuden por atención y se envía la medicación. Pero no cuentan con los controles de seguimiento ni pruebas.
En el 2023, el MSP registró 21 308 casos, mientras que en el 2019 fueron 14 155. Esto significa un aumento de 7 153.
Entre las principales enfermedades que se vigilan en el subsistema de Vigilancia Epidemiológica del MSP están la sífilis y la gonorrea. Se tratan de ITS frecuentes con una incidencia considerable en la morbilidad y la mortalidad. Actualmente, hay pocas opciones de tratamiento por la resistencia de su agente causal a los medicamentos antimicrobianos.
Adicionalmente, MSP realiza promoción y prevención de las ITS, lo cual incluye diagnóstico y tratamiento. Además de la entrega de preservativos y lubricantes a cada paciente y revisiones médicas posteriores. Pero pese a estos esfuerzos, el sistema de salud se enfrenta a estas siete barreras:
Estigma y discriminación
El estigma y la discriminación son considerados como las principales barreras para el acceso a servicios de salud para personas con VIH/Sida y poblaciones claves o mayor expuestas al virus. Según Onusida, la discriminación exacerba los riesgos y priva a las personas de sus derechos, lo que acaba potenciando la epidemia del VIH. Esto se evidencia en tratos injustos (actos u omisiones) por percepciones reales o equivocadas de su estado serológico.
Las personas con VIH tienen 2,4 veces más probabilidades de retrasar su tratamiento por experiencias de discriminación, según Anthony Guerrero, representante de la plataforma MoVHIlízate. Incluso, llegan a estar muy enfermos porque han experimentado discriminación en estos servicios.
Un reciente estudio de la Universidad Técnica de Ambato sobre los factores que aumentan las ITS concluyó que la desinformación sobre métodos preventivos lleva a conductas de riesgo y no a buscar un tratamiento de manera oportuna. También hay mitos y mentiras que no solo desinforman, sino que perpetúan el estigma asociado, principalmente, al VIH-sida.
Algunos mitos y mentiras sobre el VIH
- VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) y sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) son lo mismo. La realidad es que el VIH es el virus que causa el sida, pero no todas las personas con VIH desarrollan sida.
- La transmisión de VIH de madre a hijo es inevitable. Aunque existe el riesgo de transmisión, este puede ser prevenido mediante antirretrovirales durante el embarazo y la lactancia.
- El VIH solo afecta a la comunidad LGBTIQ+. Esta creencia es estigmatizante y falsa. El VIH puede afectar a cualquier persona independientemente de su orientación sexual o identidad de género.
- Estoy seguro porque estoy en una relación monógama: Esta creencia es errónea. El virus puede transmitirse en cualquier relación sexual sin protección.
- El VIH se transmite por contacto casual. Hay personas que creen el VIH puede transmitirse a través de abrazos, besos, o al compartir utensilios. Falso. El VIH se transmite a través de sangre, semen, fluidos vaginales y leche materna, cuando la carga viral no ha sido suprimida.
Educación sexual insuficiente
La falta de educación es perjudicial para jóvenes y adolescentes, quienes, sin la información adecuada, están en mayor riesgo de contraer una ITS. El 20% de los nuevos casos corresponden al grupo etario de entre 18 a 24 años de edad.
El MSP reconoce que en algunos países de la región implementaron programas de educación sexual desde edades tempranas dentro de sus sistemas educativos, enfocándose en la prevención y el conocimiento integral de la salud sexual y reproductiva. Un abordaje explícito de la salud sexual reduce las tasas de ITS, según el análisis de la U. Técnica de Ambato.
Dificultad de acceso a los servicios de salud
Los problemas de acceso a la atención médica adecuada y oportuna se evidencia más en lugares alejados, como en la Amazonía. Ahí la población debe trasladarse a pie, en embarcaciones fluviales, transporte público para llegar al centro de salud primaria. Un ejemplo de esto es Chontapunta, en la parte norte de Napo. Debido a la falta de infraestructura cercana en áreas rurales, la detección y la atención llega tardíamente.
En el caso de las mujeres embarazadas es necesario garantizar el nacimiento de niños sanos, pero el diagnostico debe ser a tiempo y hay que dar un tratamiento oportuno para prevenir la transmisión vertical.
Escasos recursos económicos
La situación económica también juega un papel crucial. La pobreza por ingresos a escala nacional, en junio de 2024, se ubica en 25,5%. La pobreza urbana es de 17,2%, mientras que en el área rural es de 43,2%, según los registros del INEC.
Confidencialidad y privacidad
El miedo a que su información personal sea divulgada impide que muchas personas busquen atención médica para ITS. La discriminación en entornos sanitarios crea un ambiente donde los pacientes temen ser juzgados o rechazados, lo que les lleva a evitar servicios necesarios. Esto se traduce en una falta de confianza en el sistema sanitario.
Aspecto cultural
Las ITS erróneamente no son percibidas como enfermedades que pueden tener efectos sobre la salud o la capacidad reproductiva.
El conflicto de pareja, los celos y la desconfianza pueden ser la principal consecuencia identificada por ambos géneros.
Aun cuando existe la percepción de riesgo (que los varones anclan en la “peligrosidad de los fluidos femeninos” y las mujeres en la “natural infidelidad” de sus parejas) no se adoptan conductas para prevenir las ITS.
La escasa disponibilidad y capacidad para el tener sexo seguro remite a una compleja trama de normas, valores, estereotipos, relaciones de poder, sentimientos (afecto, temor y vergüenza) e ideas arraigadas, como que el preservativo “no es para el matrimonio”.
La creencia cultural de que el varón no debe desaprovechar oportunidades de contacto sexual y/o que correr riesgos es un elemento esencial de la masculinidad conspiran seriamente contra la capacidad para protegerse.