Juan Espinosa Páez en el jardín exterior de su casa, ubicada en el norte de la capital. El ladrillo es el principal material. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
Hace 43 años, Juan Espinosa Páez comenzó su vida en familia, en la casa diseñada y construida por él. Sus hijos ya no viven ahí. Luego de cuatro décadas, el arquitecto la habita hasta hoy junto a su esposa.
Se trata de una vivienda de más de 200 metros cuadrados que se destaca por poseer una arquitectura contemporánea, vigente hasta la actualidad.
El arquitecto comenta que el diseño se hizo con una primera intención fundamental: lograr una propuesta arquitectónica que considere el sitio en el cual se emplazaría la construcción.
La vivienda se conjuga con la naturaleza, una prioridad de su diseño. Ambos pisos tienen jardín. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
El lugar era un poco complejo por su topografía. Fue un inicio con limitaciones en el terreno de 300 m².
La familia se acomodó y separó los dos espacios fundamentales: los de reunión en la planta baja y la zona privada en la planta alta, vinculando cada ambiente principal hacia la vista del paisaje.
Ese horizonte ha ido cambiando, cuenta Espinosa. Antes era abierto. Ahora hay edificios. Sin embargo, su vivienda se destaca por incluir vegetación en múltiples espacios, tras varias plantaciones.
Eso, para el arquitecto, es un recurso valioso con el que se ha incorporado el verde de la naturaleza a la casa.
Los jardines constituyen un espacio de 100 m². Se trata de uno de los sitios favoritos de Espinosa, quien asegura que los espacios verdes siempre han tenido un uso muy intenso por parte de la familia.
En el exterior e interior de la vivienda predomina el ladrillo visto, lo que otorga un aire acogedor a la casa, en combinación con mobiliario contemporáneo y neutral.
La vivienda cuenta con espacios amplios, cómodos y suficientes para las actividades cotidianas de familia.
En el ingreso hay lugar para dos estacionamientos, una bodega y un taller, en donde se realizan trabajos para la casa.
En la planta baja está la cocina, el comedor, la sala y el estudio, con vista al jardín. Y en ese mismo piso, en la parte posterior, está el área de servicio.
En el segundo piso hay cuatro dormitorios, diseñados en función de sus integrantes.
“Eran cuatro hijos; ahora ya no está ninguno de ellos con nosotros, pero ocasionalmente nos visitan y ahí tienen sus dormitorios”.
La madera se destaca en la construcción del arquitecto nacional. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
La planta alta de la vivienda también cuenta con una sala de estar cubierta con una pérgola, que permite el paso de abundante luz natural. Allí, sus propietarios colocaron plantas de diversas especies.
Durante el paso entre dormitorios y esa sala se encuentra la sala de televisión.
En esa segunda planta la vista, así como el acceso a un amplio espacio verde, son una prioridad en el diseño.
Desde la habitación principal y desde la sala de televisión se ingresa a otro jardín. En ambos pisos, el espacio natural se encuentra sobre losa.
La iluminación es una combinación de luz natural y luz artificial. La primera ingresa por los ventanales, desde el piso hacia el techo que conducen a los jardines. Hay lámparas que se acoplan al estilo contemporáneo de la casa.
Cada particular de la vivienda tiene la peculiaridad de que corresponde a una distribución armónica de espacios y elementos. Esa cualidad es la que habla de una arquitectura que se mantiene vigente a pesar del paso de los años.
De acuerdo con el arquitecto Espinosa Páez, la esencia de la casa se mantiene viva pese a algunos cambios y reparaciones, que siempre son necesarias.
La vivienda está rodeada por plantas de diferentes especies. La familia las plantó. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO