El periodista posa en un rincón de su sala principal, que ostenta obras de Pilar Bustos y Paula Barragán. Fotos: Diego Pallero / EL COMERCIO
Ernesto Trujillo es un comunicador social con larga trayectoria. En su currículo constan periplos tan prestigiosos como haber sido 11 años periodista senior de Revista Dinners y varios años redactor en diario El Comercio, entre otros trabajos igual de importantes. Actualmente es director de Comunicación del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC).
Soltero por convicción más que por conveniencia, este periodista iconoclasta es un irredento rebelde en cuanto a los temas relacionados con el estilo y las modas.
“La cuestión es no regirse por nada establecido. Ni por tendencias ni marcas. El quid de la cuestión es sentirse a gusto en el lugar que uno habita” explica en voz baja, con tono pausado pero firme.
Si bien es cierto que el minimalismo prevalece en la actualidad, hay que romper su fría monotonía mediante el color, el vintage y hasta lo tradicional. En asuntos de decoración todo es posible; el fin último es sentirse identificado con lo que uno considera como su casa, afirma con una seguridad que sorprendería a Phillipe Starck, Karim Rashid o alguno de los otros popes que manipulan a su antojo el olimpo del diseño industrial actual.
Su departamento de 86 m² más un balconcito de 4 m², ubicado en la exclusiva zona de La Paz, es un ejemplo de esta postura ideológica y estilística.
La ‘casa’ de Trujillo es una síntesis de economía, buen gusto y utilidad. Es una morada donde todo el mobiliario está hecho ‘a la medida’ de sus propietario.
Desde la pequeña y ‘manualita’ mesa del comedor -que encargó a su carpintero personal, como varios de sus otros muebles– hasta el sofá-cama-anaquel multifuncional que es el eje de su estudio y que se transforma según la ocasión y los invitados que son muchos, pues como todo periodista que se precie tienen una vida social bastante activa.
Eso es lo que llama la atención en el reducto de Trujillo. Todo está personalizado, nada es producto del azar o de las compras ‘compulsivas’ a las que estamos acostumbrados los humanos.
Las texturas, tanto de papel vinil de la pared de fondo, como de la alfombra, ponen la dinamía en el dormitorio.
“Decorar no es como ir al supermercado para comprar los ingredientes para la comida del día. Hay que tomarse su tiempo, porque un mueble, una cómoda o una lounge van a durar mucho tiempo. Entonces no es cuestión de apurarse”.
Trujillo cumple con esos preceptos decorativos con suficiencia. Y los complementa con accesorios cuyo fin es, precisamente ese: complementar el mobiliario y la decoración con las texturas y el color que faltaren. Por esa razón, utiliza mucho las alfombras en los pisos, y el papel tapiz en algunas de las paredes (una lateral de ingreso y la mampostería de fondo de su alcoba).
Las artesanías de vidrio (esferas, búhos…) y las cruces ponen el toque diferente.