Una pantalla de policarbonato permite la difusión de luz en ambos sentidos en la planta superior de la vivienda. Fotos: cortesía Jag Studio.
Con una frase es posible transmitir la esencia de este proyecto: “hay dos maneras de difundir luz: ser la lámpara que la emite y el espejo que la refleja”.
La ‘Caja de Luz’ se enciende como una solución de vivienda a pequeña escala, en el centro de Bahía de Caráquez, Manabí. Es una obra de Juan Alberto Andrade, emplazada en un área de 98 m².
Luego del terremoto del 16 de abril del 2016, Cristina López, de 79 años, perdió su casa, en la que se desarrollaban sus actividades de vivienda y, además, de comercio.
Luego de tener el lienzo en blanco definido, el arquitecto se enfrentó con un terreno en forma de C, con adosamiento a tres lados, una única fachada y alturas determinadas por el municipio del cantón.
Cristina cuenta con 46 metros cuadrados en cada una de las dos plantas. De ahí que el proyecto se dividió en dos unidades de vivienda independientes. La planta baja para el usuario primario y la planta alta para suplantar el ingreso económico por renta.
La arquitectura de esta construcción se inserta en el entorno urbano de Bahía.
Dentro de cada unidad independiente se ubicaron: habitación máster, baño máster, baño social, cocina, barra comedor y sala social. Andrade detalla que se trabajó la cocina abierta como pivote de cada unidad, ubicándola longitudinalmente en la parte más angosta.
Además, se generó una barra comedor, que sirve como auxiliar de la reducida sala. En la planta baja se implementó un espacio secundario dentro de la única habitación, a modo de solución emergente a las necesidades de alojamiento.
Cristina quería evitar el hormigón armado, los vidrios y la mampostería de bloque. Así que el proyecto respondió de una forma estratégica a esta situación. Para el arquitecto Andrade “los desastres naturales no existen, hay fenómenos naturales. Los desastres los provoca el hombre”.
La ‘Caja de Luz’, por su composición, manifiesta las tradiciones vernáculas urbanas, utilizando materiales asociados con el subdesarrollo y expresando la correspondencia entre apariencia y naturaleza estructural del proyecto.
La vivienda cuenta con una estructura ligera y flexible de madera.
Cuenta con una estructura ligera y flexible de madera, que combina moral, mangle y asta, entre otros, bajo unas placas metálicas como sistema de sujeción. La losa es de madera con tablones de laurel y caña picada, enlucida como mampostería.
La apertura de la única fachada de la casa se encuentra fragmentada por una galería exterior, de frente a una amplia calle. Esto permite incorporar el entorno natural y construido a las viviendas.
Para conseguirlo se trabajó una zona de amortiguación que promueva, bajo las respectivas normas de seguridad, las relaciones entre el interior y el exterior con la calle principal de Bahía.
El resultado de esta intervención es una fachada dinámica y permeable, que promueve el ingreso del viento y luz al interior, a través de un muro ornamental con bloques tradicionales.
La losa es de madera con tablones de laurel y caña picada.
En la planta alta, para obtener liviandad, se trabajó con policarbonato, un material plástico ligero no cortopunzante, dividido en paneles modulados. Con él se creó una pantalla que permite la difusión de luz en ambos sentidos.
El policarbonato, estructura y suelos de madera constituyen una forma de relación con el entorno urbano. Esto es posible gracias a las bondades plasmadas en el propio material: una forma de generar comunidad, detalla Andrade.