Dalia Jairala junto a su esposo, el arquitecto Vladimir Castro, en su casa de 165 metros cuadrados de construcción. Fotos: Galo Paguay / EL COMERCIO
La familia Castro-Jairala se caracteriza por reunirse con amigos y familiares todos los fines de semana: de viernes a domingo. En esos encuentros, el arquitecto Vladimir Castro aprovecha para preparar parrilladas o hacer pan en su horno de leña, mientras Dalia Jairala, su esposa y también arquitecta, lo acompaña junto con sus dos hijos, de 18 y 15 años.
Ambos son carismáticos y grandes conversadores. Y eso, precisamente, buscaron mostrar en su vivienda, implantada en un lote de 460 metros cuadrados, en Nayón. “Una casa con la personalidad de sus habitantes”, resalta Jairala.
Para ello incluyeron, durante la construcción, materiales como la madera de chanul en los pisos y puertas, y una lámina de MDF en una parte del techo de la sala, donde una doble altura conecta todos los espacios de la vivienda.
En el diseño de la vivienda, en Nayón, predominan las líneas rectas y colores tierra.
También optaron por colores tierra como el café, terracota y verde en diferentes ambientes de la casa. Ese material y esos tonos aportan calidez, según los arquitectos.
Incorporaron también un ventanal en la sala para vincular el interior con un exterior cubierto de césped natural, árboles frutales y plantas ornamentales y aromáticas.
El contacto con la naturaleza, según Jairala, brinda una sensación de armonía, pero también de alegría, pues la familia está en permanente contacto con seres vivos.
Por eso, esta arquitecta destina parte de su tiempo al cuidado de sus plantas y sus cuatro perros, que también aprovechan la alfombra verde del jardín para tomar el sol.
La familia Castro-Jairala llegó a Nayón a inicios del 2003, después de un año de construcción y de habitar un departamento, cerca del Colegio San Gabriel, centro-norte.
Estrenaron la casa de 165 metros cuadrados cuando la calle principal era de tierra y el sector estaba lleno de viveros. Como anécdota, cuentan que los padres de Jairala también compraron un terreno en Nayón pensando en construir una casa de campo.
Después de 15 años la realidad actual es otra: la calle está habilitada y por ahí, precisamente, circulan vehículos y buses con bastante frecuencia.
La madera está presente en las puertas y mobiliario.
Pero los arquitectos previeron el crecimiento poblacional y ubicaron la casa al fondo del lote. Adentro, el ruido que se desprende de los motores es mínimo y aún se escucha el canto de aves cuando se posan en las copas de los árboles.
Esos sonidos pasan a un segundo plano cuando empiezan las reuniones que, por lo general, se cumplen en la sala o área BBQ. Para llegar a este último espacio hay dos vías: bordeando la casa, por afuera; o por el comedor, tras abrir unas puertas de madera, elaboradas también con chanul.
El área BBQ es otro de los espacios favoritos de estos especialistas, al igual que una sala de estar, ubicada en el segundo piso, donde están las tres habitaciones.
En ese lugar se sientan y desde ahí observan todos los movimientos que se generan en la planta baja de la vivienda. Si giran la cabeza hacia el otro lado, en cambio, miran un mural compuesto por una colección de 23 fotos que evidencian el apego por la familia y el disfrute de actividades sociales. Aparte de esas dos fotografías, hay dos portarretratos sobre una pequeña mesa.
Jairala mira las postales y sonríe, y luego asegura que la distribución de los espacios fueron concebidos para que los miembros de la familia estén en permanente contacto.
“Son espacios pequeños, pero cálidos. A nosotros nos interesa esa interacción”, dice.
Para consolidar ese apego entre padres e hijos también se construyó una chimenea, que solo se la enciende en días fríos, que en realidad son pocos, pues Nayón se caracteriza por su clima cálido y acogedor.
La doble altura vincula todos los espacios de la vivienda.
Y para soportar las altas temperaturas, a veces insoportables en las noches, incluyeron en el diseño la doble altura y materiales como la piedra y el porcelanato.
Ese material está presente en la cocina, donde también predominan los colores tierra. A ese espacio lo diseñaron cerrado para evitar que la grasa vuele y se adhiera a los muebles y cortinas, por ejemplo.
Para la construcción de la vivienda optaron por una estructura de metal y hormigón, y un diseño en el que predominan las líneas rectas.
“Se trata de una casa moderna que se acerca al minimalismo”, cuenta Castro, graduado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central, donde conoció a Jairala.