María de los Ángeles Espinoza en el espacio preferido de la familia. Desde allí observa el interior y exterior de la casa. Fotos: Galo Paguay/ CONSTRUIR
Rodeada por árboles de aguacates, acacias moradas y abundante bambú está el proyecto La 1/2 Agua. Allí habita la arquitecta María de los Ángeles Espinoza junto a su familia.
En ese lugar se siente afortunada, pues además de mirar la colorida vegetación todo el día, escucha el canto de los pájaros y de aves exóticas como pavos reales y faisanes, parte de la nutrida colección de su esposo. También está lejos del ruido y de la contaminación.
Ese ambiente le transmite paz y por eso decidió trabajar desde su casa. Sube a Quito solo en casos puntuales.
La 1/2 Agua está en Tumbaco y tiene 260 metros cuadrados de construcción, incluido el porche. Fue implantada en un terreno de 3 000 metros, en una parte de la quinta de sus suegros. Esa propiedad tiene un total de 10 000 metros.
El piso flotante está en el espacio privado de la vivienda.
El proyecto lleva ese nombre porque en todo el perímetro de la casa hay una dilatación con ventanas entre la mampostería y techo. La cubierta tiene una sola inclinación hacia atrás. “Parece que el techo flota. Queríamos que se viera como algo superligero”.
Espinoza y su familia llegaron a Tumbaco después de vivir en un departamento del sector de Bellavista -norte de Quito- y de analizar y revisar ideas relacionadas con La 1/2 Agua. “Con mi esposo coincidimos en el diseño, por eso la construcción fue sencilla”.
Diseñar la casa de una planta y con una altura y media en todas las áreas le tomó seis meses, mientras que la construcción tardó ocho.
Con la altura y media, apunta, lograron espacios abiertos de gran amplitud y mejor ventilados, una necesidad en casas construidas en Tumbaco, donde prima el clima cálido.
Para evitar las temperaturas extremas al interior de la casa también colocó planchas metálicas. Ese recurso posee un sistema de aislamiento acústico y térmico de tal manera que cuando llueve el ruido es mínimo. “Con eso el calor y el frío están bien manejados”.
Además de las planchas, Espinoza combinó estructura metálica con ladrillo y madera. Esa mezcla de materiales generó una vivienda con una arquitectura más pura y honesta, que además está en sintonía con el entorno que la rodea. “Antes queríamos cubrir todo. Aquí podemos ver la naturalidad de los materiales”.
El piso flotante está en el espacio privado de la vivienda.
El color y textura del ladrillo otorgan carácter a la casa, sin embargo, para contrarrestar su fuerza incluyó mobiliario de color blanco en la cocina. El resto de muebles -sala y comedor- pasan desapercibidos, pues la arquitectura es la única protagonista. Y a esa se la observa en todos los espacios: áreas privadas y sociales.
En los dormitorios, la combinación del ladrillo con la madera de chapa de roble de las puertas y el piso flotante genera ambientes cálidos.
Como el terreno tenía un mínimo de inclinación, Espinoza decidió elevar a su casa, utilizando pilotes de hormigón, por cuatro razones: dejar las instalaciones vistas, evitar la humedad, lograr una buena vista y para sentir que vive sobre la copa de los árboles.
La estructura de metal y ladrillo están sin recubrimiento.
Desde el porche, precisamente, se puede apreciar la copa de un acacia morada y de los árboles de aguacates.
Es allí donde reposan los pájaros a los que también se los puede observar desde la cocina, de la sala o comedor, espacios que se integran al exterior a través de las grandes ventanas corredizas. Allí el piso es de porcelanato.
Espinoza confiesa que el porche es el lugar favorito de la familia, pues allí comparten conversaciones y alimentos. Además, están al aire libre. “Sientes la naturaleza y a mis hijos les gusta”.
El proyecto La 1/2 Agua se publicó en el portal especializado Plataforma Arquitectura. También se publicó en la revista ecuatoriana Trama Arquitectura, dirigida por Rómulo Moya Peralta, arquitecto y editor.