En una reunión de un conjunto habitacional, la persona que estaba hablando frente a los presentes indicó, en un momento de su discurso, que las personas que vivían allí eran de clase media. Casi inmediatamente fue abruptamente interrumpida por otra, quién aclaró de forma contundente, que no eran clase media, sino de clase media alta.
En ese conjunto habitacional, existen problemas como el irrespeto al horario de recolección de basura, se fuma y bota las colillas de cigarrillos en las zonas de juegos para niños, se dejan desechos de las mascotas en las áreas verdes, no se pagan las alícuotas desde hace meses, se pretende de forma absurda, que todos asuman los gastos, que alguien hizo en su casa, no se respetan las zonas prohibidas de parqueo, hay reclamos grotescos entre vecinos, entre otros.
La gente que vive en ese conjunto habitacional, de clase media alta de acuerdo a la iracunda reacción de uno de sus habitantes, tiene problemas de convivencia y de cumplimiento de obligaciones. Si se mira a toda la sociedad, esto solo es un triste reflejo de lo que pasa en nuestro país.
Somos expertos para quejarnos y para exigir, cosas a veces incoherentes, pero no somos capaces de cumplir con compromisos, y cuando existen observaciones de una parte, se reacciona de forma agresiva. Prima la ley del más fuerte. Nuestra sociedad tiene graves problemas y eso se refleja en todo, desde las actividades que realizamos en el día a día, hasta en las autoridades que elegimos. No cabe duda, nos merecemos nuestro destino.