El Presidente ecuatoriano ha demostrado estar en la senda de los mesías. Lo dice en el Nuevo Herald, Pedro Corzo, periodista e investigador cubano, quien, como si tocara alguna cuerda secreta, manifiesta que Correa “es uno de esos iluminados que no padece la agonía de la duda, sino que posee la verdad absoluta; que su lenguaje es el de la confrontación, del género todo o nada y por lo que dice y hace, se puede colegir que está convencido de que el fin justifica los medios”. ¡Qué maravilla! Ni una bandada de huiracchuros posándose sobre un maizal, llenarían el campo de tantos arpegios.
Pero Corzo toca también la cuerda floja, cuando afirma que Correa “personifica una nueva versión del déspota y que es enemigo de la prensa y los periodistas; y que sin dudas, tiene un estilo diferente pero igual objetivo que sus colegas de la Alba. Es quizás más pulcro, pero no menos letal, porque a fin de cuentas para gobernantes como Correa, el miedo conduce a la autocensura”.
Si esta es la senda por la que caminan los mesías y si el miedo ya cunde del Carchi al Macará, quiere decir entonces que “el miedo ya es de todos” .